La crisis política en el mundo no se detiene. El espectáculo de la política mediocre con poca gente preparada y de buenas costumbres que buscan solucionar los problemas del país, debe llevarnos a pensar cómo salir del caos. Por muchos años esta vergüenza internacional se ha repetido con políticos ineptos e ineficientes que se burlan del pueblo ecuatoriano, envanecidos por el poder, el pago de favores y las malas costumbres. Los hechos y acciones irracionales que ejercen estos ciudadanos que llegan a un puesto público rebasan la capacidad de razonar, puesto que no les importa el honor ni la dignidad de su propia familia.
El CPCCST ha puesto al descubierto el engaño, la ineficiencia y corrupción de una década perdida y de quienes se han beneficiado con puestos clave o han sido reciclados en la administración pública para cumplir consignas partidistas; la corrupción, el conflicto de intereses, escándalos, rivalidades, confrontaciones, las disputas internas entre culebras, alacranes, gallos y equilibristas que juegan a la política únicamente distrae a la gente de los grandes problemas nacionales.
Es cierto que la degeneración política lleva décadas de descomposición, pero en el gobierno populista pasado el entusiasmo por la corrupción se multiplicó gracias a la narcopolítica y la influencia de colaboradores y excolaboradores de regímenes mediocres, asesores y colaboradores que ocupan cargos diplomáticos, asambleístas y politicastros que ahora buscan espacios en gobiernos seccionales o comodines, a fin de constituirse en piezas clave en el encubrimiento del atraco y la desvergüenza.
El show mediático y el espectáculo funcionan en la política tradicional, las encuestas, el estado de propaganda y los políticos profesionales calientan el ambiente cuando se avecina un nuevo proceso electoral. La sociedad no debe dejarse engañar, la acción ciudadana debe ser masiva y contundente para no caer en cursilerías, consejos, lisonjas, chanchullos, negociados por la corrupción institucionalizada que engaña al pueblo y enriquece al mediocre. (O)
Dr. Rodrigo Contero Peñafiel