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Presenciamos ahora, en el panorama discursivo, la aparición de la ‘matriz cognitiva’ basada en el ‘Buen Vivir’, igual que antes escuchamos sobre ‘matriz productiva’.
No quiero entrar en pugnas sobre los intereses sociales que todavía mueven a la izquierda tradicional versus los que señalan el camino a la del nuevo siglo, pero al encontrar en estas nuevas declaraciones el mismo principio industrializante (vestido con la misma terminología) hay que suponer que se nos trata de transmitir algo tan simple como lo siguiente: que la educación nacional será desarrollada, básicamente, con instrumentos depurados (pero prestados) del capitalismo tradicional.
Por mi parte no haré polémica con respecto a esas licencias que se toma la ‘nueva izquierda’. Dejemos los motivos de peso (si los hay) para discutirlo.
Pero veamos, rapidito, lo que puede pasar en cambio con una educación ensogada al mastil de los objetivos puramente materialistas a los que se le condena.
Tal como se usa la frase ‘matriz productiva’ en los diferentes discursos, la oración ‘matriz cognitiva’ suena tan tecnicista y tan utilitarista como la primera. Con ello, es claro que lo que se pretende abrir, ¿qué digo abrir?, azotar de par en par, son las puertas a una completa industrialización y tecnificación mediante todo el posible acervo cognoscitivo y creativo de nuestros estudiantes.
Para no prolongarme, diré que no encuentro, y no se escucha hasta hoy, nada sobre los principios que van a ‘moderar’ ese entusiasmo por ‘cientifizar’ o por metalizarlo todo en el Ecuador a través de la educación técnica. Se habla por supuesto del sumo cuidado y del respeto por unos recursos en una naturaleza cada vez menos pródiga, de la no contaminación, y se han visto, desde ya, proyectos eficientes para aminorar su impacto: felicitaciones y adelante.
Mi preocupación es más bien otra. ¿No estamos provocando, con cierto tipo de discursos y de incentivos a mano suelta, una mentalidad que como sociedad nos juega en contra al casi endiosar las carreras de tecnificación y descuidando potenciar al mismo tiempo gran parte de la enseñanza que tiende, por sus peculiares características, a volvernos humanistas, conocedores diestros de un pasado cada vez más opaco, pacíficos, cálidos unos con otros así como con todo lo que nos circunda?
Al decir que se trabaja por proteger la industria de la música, en realidad se hace muy poco. En consecuencia añado otra pregunta. ¿No será que además de cometer cierto error de juicio con una parte del futuro de la educación, se toma demasiado a la ligera que la cultura sea nutrida solo por la música tal y cual o por la música andina; que la noción de cultura se distinga solo en cuanto la vemos expresada en el cine ‘rayado’ y de protesta, en el pasillo, en los ‘clowns’ y en el teatro callejero, o en la producción de poesía cortavenas, etc.?
Hay fallos de visión, o por lo menos visiones incompletas, como se ve, en cuanto a un concepto general de ‘matriz cognitiva’, y también en relación a la organización valorativa de los muchos elementos que aportan o alimentan a la cultura.
Solo quise compartir palabras al aire.
Veglio Clavijo