En su estrategia por llegar a una segunda vuelta electoral, algunos presidenciables, a través de sus corifeos, los medios de comunicación, desesperados como están ante un panorama electoral cada vez más difuso, ya ni siquiera reparan caer en la estupidez. Así, en medio de tantas, unas cuantas: Cynthia Viteri, entrevistada por un ‘periodista’ Carrión, lanzó este dardo: “… en el gobierno de Correa se han feriado 23.000 millones de dólares en millonarias consultorías, propagandas, paseos, espionajes y sabatinas…”. En otras palabras, esta señora dice que en diez años, solo en los mencionados rubros, se gastaron un poco más de 6’300.000 dólares diarios (?). Otra de Guillermo Lasso, el candidato que más pregona que el país está asfixiado con tantos impuestos, en una de las tantas entrevistas con el ‘político’ Pinoargote, se mandó esta perla: “… ¿cuál es el delito por tener un banco en Panamá por el cual pago un impuesto a la renta del 25%, que es tres puntos más alto que el del Ecuador?...”.
Y para resumir, la última sale del reciente debate organizado por la Cámara de Comercio de Guayaquil, cuyo desenlace culmina con todos los debatientes pintándonos un Ecuador de tragedia, descalabrado económica y socialmente por la corrupción, con más desempleo, endeudado hasta la raíz con los chinos, con un pueblo empobrecido, oprimido y sin libertad de expresión; con una justicia subordinada, una legislatura sumisa y hasta sus gloriosas FF.AA. pisoteadas. Con base en la lógica elemental, no habrá más que concluir que hoy estamos presenciando una contienda electoral protagonizada por políticos ansiosos por querer gobernar un país hundido, según ellos, en la miseria.
Pero la realidad es que no son estúpidos, todo lo contrario, ya que, cuando nos lanzan, ya sean sus protervas críticas contra el Gobierno o sus mágicas recetas de salvación, en el fondo -y muy en el fondo- es porque nos ven a los ecuatorianos como fáciles de engañar. Si no, ¿cómo es que un tal Jaime Durán Barba, asesor político, se ufana en las redes sociales de haber hecho ganar la alcaldía de Quito a un sujeto que apenas conocía la ciudad, a la vez mofándose de los quiteños por haber rechazado a un alcalde, según él, casi perfecto que buscaba la reelección? Y por este mismo asesor, ¿cómo es que, pese a la indiscutible buena gestión de Cristina Fernández en lo económico y social, el neoliberal Mauricio Macri logró cuentear a la mayoría de argentinos para su elección presidencial? ¿Cómo es que Evo Morales, el salvador y transformador de Bolivia, perdió el referéndum por la reelección? La explicación clara y precisa apunta no solo a la falta de conciencia política de las grandes mayorías en Latinoamérica, sino al notable protagonismo de los corruptos medios de comunicación, de propiedad o serviles a las élites económicas, los cuales, sin mucho esfuerzo, todavía logran impactar en las masas populares.
Esto y nada más explica también que, en el actual panorama político ecuatoriano, candidatos con amplio historial de corrupción, como Lasso y Viteri, a punta de propuestas y mensajes, solo entre los dos, hoy comparten el 40% del electorado. Por ello, por el bien de esta nación, es fundamental la victoria en primera vuelta de la Revolución Ciudadana, con mayoría parlamentaria incluida; caso contrario, para gozo, satisfacción y vigencia de los eternos delincuentes de la política, podría ser inminente en segunda el triunfo de la estupidez. (O)
Jacinto Alejandro Henríquez Barzola