La maestra que se dedicó con fervor a la educación guayaquileña ha fallecido después de una fructífera trayectoria: profesora y rectora del Colegio Fiscal Guayaquil, subsecretaria de Educación, oradora de fuste, nada de la educación le era ajeno.
No buscó cargos importantes, pues siempre la seleccionaron por sus méritos de educadora capaz, honrada, dispuesta a ayudar a quienes necesitaban sus orientaciones. Los buenos maestros no se van, se quedan en los recuerdos de sus alumnos, de los colegas, de los padres de familia.
Aracelly Consuegra de Ortiz vivirá entre nosotros porque su legado es grande y grato, por esta razón recibió la condecoración al Mérito Educativo de Primera Clase.
Se va una maestra justa, un ser humano que vivió en cada alumno el caldo de cultivo de su vocación; una sembradora que esparció siempre la mejor semilla en el campo de la educación y aprovechó el don que Dios le dio. (O)
César Burgos Flor