Encuentro poco feliz, por decir lo menos, la comparación entre Edward Snowden, el gringo, y los ladrones y traidores ecuatorianos (EL TELÉGRAFO, 26.6.2013, página 05: “Los ‘Snowden’ ecuatorianos en EE.UU.”).
Edward Snowden, por más que ostente el pecado original de haber pertenecido a la CIA, optó por responder a su condición humana -como lo hiciera décadas atrás Philip Agee- y, sacudida su conciencia por las barbaridades del imperio, decidió denunciar al mundo parte de sus atrocidades.
Los “nuestros” -si nuestros pueden ser los felones y los saqueadores de los bienes del pueblo llano- nada tienen que ver con el joven excontratista de la NSA. Claro está que el Departamento de Estado,
el Pentágono, la CIA, jamás van a dar respuesta a nuestras legítimas demandas de extraditar a los delincuentes, pero sí pondrán el grito en el cielo si el Estado ecuatoriano llegara a conceder asilo al
ciudadano norteamericano.
Atentamente
Jaime Muñoz
C.C. 1702447747