En las sociedades modernas, la información a la ciudadanía, por parte de los medios de comunicación social, debe tener un tinte especial: la confianza y credibilidad de la sociedad; pero, si se pierde aquello, ofende y enciende los ánimos, especialmente de los televidentes, tanto así que en las mañanas, cuando sintonizamos los programas de noticias y entrevistas, encontramos un medio conocido como el “Lindo canal”, de aquellos mal llamados “independientes” -que sí son muy dependientes del sector financiero nacional- y que nos causa unos “desayunos amargos”, puesto que en el conversatorio -entre preguntas y respuestas- se vulneran los más elementales principios de cortesía y ética periodística. Al entrevistado prácticamente se lo pone entre la espada y la pared; se lo acorrala, abochorna, y más aún si llegare a tener una pizca de simpatía con el gobierno del presidente Rafael Correa. Es que la dama abogada que nos “amarga los desayunos” y hace el papel de periodista, adopta posiciones políticas, su bello rostro se contrae, gesticula, ironiza, su voz cambia de tonalidad, expresiones por doquier, opiniones sesgadas y un cúmulo de interpretaciones subjetivas. La abogada dramatiza de la misma forma que lo hicieron y lo hacen los Pinoargote, Vera, Ortiz, Hernández, quienes con sus actitudes viscerales, soberbias e intransigentes han dado lugar en el tiempo a que la ciudadanía pierda confianza en ellos.
Hay periodistas serios, inteligentes, respetuosos y coherentes en la praxis de la comunicación social como: Alejandro Carrión, Xavier Segarra, Xavier Lasso, Rodolfo Muñoz, Carlos Rabascall, Rodolfo Baquerizo, y otros tantos ilustres comunicadores que han estado siempre en la defensa de las instituciones democráticas, de los intereses nacionales y no en función de un grupúsculo que se aferra a sus intereses y que está realmente aterrorizado por el avance incontenible del desarrollo, equidad y la justicia social.
Mi homenaje personal a estos distinguidos periodistas, que con sindéresis y pensamiento de patria, ven mucho más allá de lo que otros, por egoísmo, no quieren ver.
Del señor Director
Atentamente,
Galo Bonifaz Saltos
Guayaquil