En el confuso y segregacionista artículo del Sr. Humberto Mancero del pasado martes 4, titulado “Las minorías quieren imponer las reglas a las mayorías”, se dice alegremente que los GLBT queremos “imponernos” a las mayorías con un discurso de “víctimas de exclusión”. ¿Es que los miles de muertos GLBT en la “santa” Inquisición, o en el holocausto nazi, o en la conquista de América no cuentan? ¿En la marginación y el escarnio permanentes -hoy y aquí- de los que son víctimas nuestros compañeros GLBT en su trabajo, en la calle, en las aulas, por las autoridades y hasta en sus mismos hogares?
La Constitución, en sus artículos “piedra” o fundamentales (11, no 2), nos habla claramente de la igualdad de derechos, sin importar orientación sexual, por lo que si bien es cierto el matrimonio igualitario no es nuestra prioridad en materia de derechos, es algo a lo que no hemos renunciado, solo está en proceso. Se dice que no debe existir matrimonio entre los GLBT sino un “contrato de convivencia”, ¿y el matrimonio no es un contrato social? Ahí se nota claramente su concepción segregacionista y discriminatoria de los derechos. ¿Matrimonios de primera y segunda clase?
No tratamos de imponer la conducta de nadie. ¿Qué derechos se afectan? ¿En qué perjudica a los heterosexuales que dos personas del mismo sexo se amen y decidan vivir compartiendo sueños y realidades en pareja? ¿Van a dejar de existir las parejas heterosexuales porque dos hombres o dos mujeres quieran casarse?
Hay quienes se resisten a entender que el matrimonio (que está en franca decadencia, hay más divorcios que matrimonios en ciertos países) es una institución inventada por el hombre y, como toda construcción social, está cambiando. Les guste o no a ciertas personas ancladas e inmovilizadas en el pasado.
Se da a entender en el artículo, en un concepto que raya en el fascismo puro, que solo las minorías que pasen del 10% de la población vía consulta popular podrían reclamar derechos, “siempre que no afecten a la familia tradicional”, como lo proclaman las iglesias.
Sr. Mancero, con sus creencias, por muy respetables y tradicionales que sean, usted no puede atropellar ni negar derechos, peor aún si ya están esbozados en la Constitución, porque los derechos no se solicitan, se ejercen.
Lcdo. Óscar Ugarte
C.C. 0700709975