Cuando Michael Moore habla, se lo escucha. El aclamado cineasta ha llegado a ser reverenciado como si fuese un profeta. No solo porque señala los males expuestos en sus documentales, sino también por sus atrevidas predicciones. Antes de que el electorado americano se pronunciara, ante un mar de desprevenidos incrédulos, predijo que Donald Trump ganaría las elecciones. ¿Cómo pudo ver esa incongruencia cuando todos ya dábamos la victoria a Hillary Clinton? Él diría que en sus numerosos trabajos ya lo había olfateado.
Ya equipado con su acumen, y ahora más atenta su audiencia, urgió a que de una manera inteligente hicieran frente al ominoso período presidencial de Donald Trump. Entre varios puntos, uno vale la pena rescatar. Curiosamente, instó a los comediantes del mundo a exponer crudamente las debilidades del magnate, por medio del artificio de la comedia. Según Moore, el talón de Aquiles de Trump es que no le gusta ser desafiado por sus declaraciones, por sus mentiras, por sus daños a la dignidad de otros. En verdad, es así. Cuando hay el espacio para confrontarlo, se escabulle, como un niño.
¿Por qué Moore alentó a los comediantes a ser el frente de la lucha contra el presidente? Ante el estupefacto, la comedia nos pone las cosas en perspectiva.
Entonces los comediantes están llamados a no desfallecer. Con sus cortantes y clínicos análisis exponen el tumor. Al poner el dedo en la llaga nos acercan a la enfermedad.
Una vez vista, una vez conocida la causa del dolor, de la angustia, se transforma en catarsis. Catarsis que conmueve y se transforma en activismo político. ¿Cómo pudo llegar al poder el señor Trump? A diferencia de los politólogos, quienes no logran ser ni claros ni punzantes, Trevor Noah (The Late Night Show), Stephen Colbert y Bill Maher incomodan con su sátira. Estos sacuden al statu quo y a sus seguidores y, entre risotadas, hacen palpables las insensateces bajo las cuales están siendo gobernados.
Amparados en la Primera Enmienda a la Constitución de EE.UU., los detractores de Donald Trump exponen todo. (O)
Luis Castillo