Los polvorientos caminos que conducen a Chongoncito y otros sectores aledaños a la parroquia Chongón muestran la deplorable y penosa realidad de esta silenciosa y olvidada agrodespensa, que a lomo de mula extrae su cosecha en tiempo de verano; en el invierno se vuelve tétrico y tenebroso el ambiente y se hace imposible la vida cotidiana.
Chongoncito es un paradisiaco jirón de tierra, enclavado en el corazón de la jungla a 2 km de la parroquia Chongón, en la provincia del Guayas. Oxigenada por patriarcas árboles milenarios, decorados por hermosas sabanas verdes cubiertas de tiernos y delicados pastizales que deglutan incontables cabezas de ganado pura sangre, no hay duda de que es un paraíso olvidado. Pero nos preguntamos: ¿De qué manera haremos llegar nuestros productos a los mercados? Tanto esfuerzo para nada, sembramos con lágrimas y cosechamos igual, vemos con pesar podrir al pie del árbol sus frutos, no tenemos carretera ni caminos vecinales.
En otras palabras, nos está pasando peor que lo del jibarito, que sale loco de contento con su cargamento para la ciudad; pero el jibarito por lo menos llega, nosotros nos quedamos en la mitad del camino. ¿Los campesinos que sustentamos y aderezamos las mesas de los más finos políticos no tenemos derecho a vivir con dignidad? Señores, tenemos todo el derecho porque somos ecuatorianos que pagamos tributos, aun el aire que respiramos, y por eso exigimos, demandamos de las autoridades, agua potable, luz eléctrica, carreteras, caminos vecinales y seguridad.
No pedimos más seguridad porque no tenemos ninguna, pero ante el peligro en que nos encontramos los moradores de Chongoncito, no sean indolentes y, por lo menos, traten de ubicar un puesto de auxilio inmediato junto a la escuelita que tenemos.
Gabriel León López
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