El linchamiento mediático es una figura introducida en la legislación ecuatoriana de comunicación que, como aparente expresión mal utilizada, forzó la imaginación de los representantes de los medios de comunicación social privados y, a su vez, veló como garantía para que no se vuelvan a repetir persecuciones organizadas con el propósito de desprestigiar personas y, de paso, “ayudar” a la justicia ordinaria a que condene lo que o a quien se requiera. Al parecer la figura legal generó polémicas en el país y fuera de él.
Aparentemente, porque el poder de los medios de comunicación hizo que pareciera la existencia de un desacuerdo a todo nivel y en todos los órdenes. Pero hay una cosa cierta: el pueblo ecuatoriano se felicitó efusivamente porque, a más de tomar al toro por los cuernos, se hizo una clara demostración de creatividad con el uso de la referida expresión.
La soterrada campaña de linchamiento mediático que la banca resentida ha emprendido contra el diario El Telégrafo a propósito de las investigaciones publicadas, que poco favorecen el prestigio de ciertos bancos, ha reactivado la polémica sobre la validez de la referida expresión normativa.
Tengo la certeza de que El Telégrafo no cejará en hacer conocer, veraz y responsablemente, los resultados de sus investigaciones que nos brindan un “duchazo” de refrescante acercamiento a la realidad.
Kléver Medina Alvarado