Dondequiera que se ha investigado del gobierno del expresidente Correa ha saltado la pus de la corrupción, que estuvo muy bien tapada porque él se jactaba de ser el jefe de todos los poderes del Estado; la ley fue la espada que manejó según su conveniencia.
Correa es el principal responsable porque era el jefe de todos los jefes y debió estar enterado de la corrupción y actuar; el declararse amnésico no lo va a salvar de sus acciones u omisiones.
Los hechos demuestran que no fue un verdadero reformador, sino un obsesionado por el poder que manifestaba que su autoproclamada revolución ciudadana duraría 400 años; gracias a Dios nos libramos de ella, antes de que nos convirtiera en lo que son hoy Venezuela y Nicaragua. (O)
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