A inicios de febrero del presente año, la presidenta de la Asamblea Nacional, Elizabeth Cabezas, remite mediante oficio el proyecto de Ley Orgánica de Prevención y Sanción de Violencia en el Deporte al presidente de la República, Lenín Moreno, que se centra en 4 ejes importantes: la violencia; la xenofobia; el racismo y la intolerancia en el deporte, esta última se asemeja a la violencia en virtud de su naturaleza y para ejemplificarlo mejor me remito al caso River vs. Boca en Argentina, donde el bus que transportaba al equipo visitante fue emboscado por hinchas del equipo local, como resultado se llevó la segunda final a España.

La participación de las federaciones deportivas, las intendencias de Policía y la Policía Nacional serán fundamentales, puesto que con esta ley se crea un sistema de licencia para los escenarios deportivos, que podrán obtenerla después de cumplir con ciertos requisitos legales, si es que desean estar habilitados para recibir a los espectadores en estos recintos.

Dentro de las prohibiciones está el ingreso de cualquier objeto que pueda ser utilizado como un arma; y por último están las sanciones: trabajo comunitario, privación de la libertad, pecuniaria y consecuentemente el no ingreso a los escenarios deportivos.

La ley parece ser buena, pero tiene vacíos en ciertos aspectos, por ejemplo: qué pasa cuando se usen esos escenarios para actividades de otra naturaleza, como conciertos musicales. La ciudadanía merece que se garanticen sus derechos de las personas que acuden a estos escenarios, tanto para observar actividades deportivas como las que no lo son.

Se acerca la tercera fecha del torneo ecuatoriana de fútbol y hasta lo que se aprecia a través de redes sociales, medios de prensa radial y escrita, se registró un hecho violento sucedido el pasado domingo en las afueras del estadio George Capwell después de que el equipo local perdió su encuentro con el rival de turno. (O)

Juan Carlos Pérez Cepeda