16 de mayo de 2011
Señor Director
Diario El Telégrafo
Guayaquil.-
La presente misiva tiene por finalidad que quienes hacen periodismo en radio y televisión
sepan que no es agradable escucharlos en la faceta de “machos agresivos” e “insultadores” profesionales.
Es completamente desagradable para quienes los escuchamos -obligados, por cierto- mientras realizamos alguna actividad o nos trasladamos a nuestros empleos.
No voy a nombrar a nadie en particular, ni el programa ni el medio, puesto que las personas que lean estas líneas saben de quiénes se trata. Y si no los han escuchado, pues tengan cuidado de hacerlo.
Un presentador de un programa, supuestamente noticiero, su compañera de set y su reportero estrella lanzan una serie de epítetos contra alguien que es denunciado por algún delito o abuso contra otra persona. El tema, por muy reprochable que sea, no amerita para que estos “periodistas” hagan gala de su elocuencia agresiva por largos minutos. Y peor si alguien se defendió contra sus ataques. Se dedican todo el programa a atacar con insultos de todo calibre al desdichado o desdichada.
Igual ocurre con los locutores de radio. Uno de ellos llega tarde al programa y echa la culpa a dos conductores que provocaron un embotellamiento. Y empieza a tratarlos con variados epítetos surgidos de su extenso repertorio de agresividad verbal. A él se suman sus compañeros de programación, y quienes nos trasladamos en bus tenemos que soportar la descarga de estos “periodistas” contra todos los que lo escuchamos. Las personas supuestamente culpables de su atraso al trabajo no lo están escuchando, mientras tanto, los que no tenemos culpa de ello debemos soportarlo.
¿Quién regula este lenguaje agresivo?
La respuesta es: Nadie.
Supuestamente los medios tienen reglamentaciones que les permite autorregularse. Eso es lo que decían durante la campaña por el No que hicieron en relación a la consulta popular del 7 de mayo. Pero nunca se han regulado. Y es por ello que no quieren que existan leyes para frenar los abusos de ellos contra los oyentes. Por eso se opusieron a la pregunta 9. Por ello no quieren que haya responsabilidad ulterior.
Me pregunto, ¿los comunicadores sociales están por encima de la ley?
Todos los ciudadanos tenemos responsabilidades que cumplir. Todos tenemos derechos que hacer respetar. Para eso son las leyes, para vivir en armonía unos y otros. Por eso resalta la famosa sentencia del célebre “Mascarón de proa” sobre el límite de los derechos de unos y de otros. Ahora les toca “poner las barbas en remojo”.
Atentamente
Ramiro Serrano M.
Durán