El triunfo apretado de Nicolás Maduro en Venezuela, pero triunfo al fin, a más de preocupar que la derecha avance en ese país que se creía consolidado ideológicamente hacia la izquierda, y que posiciones xenofóbicas sean tan vesánicas -contra los cubanos principalmente-, puede tener algunas explicaciones:
Quizá la desconfianza de muchos chavistas en Maduro, por más que haya sido el elegido de Chávez; pero más pesaron las medidas económicas y el tema de la inseguridad, muy explotados por los opositores y los medios de comunicación -que no opinan lo mismo cuando se trata de Estados Unidos, caso último de la Maratón de Boston, y otros más-.
Pero hay otra lección más clara: que el voto no siempre se endosa, y si hace seis meses Chávez sacó amplia ventaja, y que en las regionales también el PSUV llevó 20 de las 23 gobernaciones, el 14 de abril de 2013 eso no se repitió y corrió el riesgo de la derrota. Eso sirve para acá también, para quienes creen que solo basta ir a la sombra de Correa para ganar una elección. Por eso los camisetazos, saltos de una orilla a la otra, con nuevos “izquierdistas” hasta ayer amarillos (derechistas, socialcristianos a muerte, por ejemplo).
Y esas pugnas dentro de PAIS por ser los candidatos locales, convencidos de que es suficiente identificarse como coidearios de Correa para asegurarse el triunfo.
Otra vez vale la reiteración: a ver las últimas elecciones de Venezuela.
Ernesto Tapia