El Gobierno Nacional, conducido por el Eco. Rafael Correa Delgado, ha logrado estabilizar el Estado desde el 2007, cuando asumió la Presidencia de la República. Y luego de consultas populares y procesos electorales se mantiene inalterable en funciones, estabilizando, para provecho de la nación, la dirección Ejecutiva en el Ecuador.
Éramos víctimas de variaciones políticas en la conducción de la República, se gobernaba por etapas que no permitían el desarrollo económico y social de la patria. La obra física y social es realmente destacada, pues tenemos carreteras, puentes y otras obras de vialidad que han facilitado la movilización interna de los ecuatorianos; lo mismo podemos decir en la construcción de hospitales, centros de salud y en el adecentamiento de la seguridad social, muy venida a menos en gobiernos anteriores. En el campo educacional no solamente se destaca la creación de nuevas escuelas, colegios, institutos y universidades, sino la reforma educativa muy necesaria en el desarrollo científico, cultural y moral de un país.
Lo indicado justifica las reformas constitucionales propuestas por el partido de gobierno, en lo principal sobre la reelección indefinida.
El señor Guillermo Lasso Mendoza, representante nato de la bancocracia y las oligarquías nacionales, con las muletillas “el banco del barrio” y “somos socios” ha logrado enriquecerse más, lo mismo que sus allegados, pues el costo operacional por cada transacción no es menor de cincuenta centavos de dólar. Quien fuera candidato perdedor a la Presidencia de la República de las últimas elecciones aduce, basando su ponencia en un criterio de un “jurista” colombiano, que lo que se va a hacer no son reformas sino una nueva Constitución. Respetamos su criterio, pero a decir verdad aquello es descabellado, pues se pretende introducir de cuatro a cinco reformas y eso no significa de ninguna manera “una nueva Constitución”.
Manifiesta además que lo que está haciendo el presidente Correa con la reelección es lo que podría hacer un “equipo de fútbol”, que pretendiera “un tercer tiempo” para meter los goles que no pudo hacer en los reglamentarios. Claro que no se pretende un tercer tiempo “futbolístico”, lo que resultaría casi imposible, (en consideración que el deporte es de resistencia), sino otros periodos donde el Estado mantenga la misma política revolucionaria, que con el tiempo permita un Ecuador igualitario, sin prebendas ni privilegios, por medio de los medios democráticos, que en nuestros países de América significa la participación del pueblo en los procesos electorales. ¿O quieren la utilización de las armas y que se gobierne con la dictadura? La verdad aunque duela.
Atte.
Arturo Santos Ditto
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