La situación de Israel en Medio Oriente es compleja de entender, por una parte Israel apoya el establecimiento de dos estados, uno para cada pueblo, el judío-israelí y el otro palestino.

Israel cree que un estado palestino debería alcanzarse como resultado de un proceso de paz integral y genuino.  Las negociaciones bilaterales son el único medio para alcanzar un acuerdo de paz entre Israel y el futuro país palestino, las partes deberán llegar a acuerdos sobre temas complicados, y solo una negociación directa permitirá lograr tal objetivo.

De su parte también los palestinos dicen querer un estado. En apariencia el deseo es el mismo, pero los medios para alcanzar este objetivo común son opuestos.

Sin embargo, la Autoridad Palestina AP intenta saltar las conversaciones y crear un estado sin hacer la paz con Israel. Esa es la motivación detrás de su rechazo a participar en negociaciones serias durante tres años, así como su decisión de dirigirse hacia Naciones Unidas para su reconocimiento.

Hay una brecha insalvable entre un estado “con” paz y un estado “sin” paz. El futuro de las relaciones entre Israel y los palestinos reside en esa diferencia ¿Tendrán los palestinos  un país desde el cual lanzar otros ataques hacia Israel o construirán un país que vivirá en pacífica coexistencia con sus vecinos?

En lugar de negociar, los palestinos atacan, con su guerra diplomática,  a Israel, orquestaron en Naciones Unidas  una declaración de reconocimiento, en directa violación a los acuerdos de Oslo que la Autoridad Palestina firmó con Israel, en los cuales se prohíbe, específicamente, una acción unilateral para cambiar el estatus de Cisjordania y Gaza.
Fue  cada vez más claro que la AP no está muy interesada en negociaciones de paz. Ese desafortunado cambio de acontecimientos lo demuestra la creciente lista de precondiciones,  que los palestinos establecieron para la reanudación de las negociaciones. 

La primera precondición, impuesta por la AP, fue el fin a la actividad de asentamientos. Procedieron a ignorar la moratoria de 10 meses, sobre la construcción en la Cisjordania iniciada por Israel, decidiendo negociar luego que pasaron nueve meses y medio. Después de seis horas de conversaciones, una vez más,  abandonaron las negociaciones. 

Entonces exigieron que, antes de comenzar las conversaciones, Israel debía rendirse ante sus demandas y reconocer las líneas de cese al fuego de 1949 (equívocamente referidas como fronteras de 1967) como límites para un futuro estado palestino.

Actualmente hay informes de prensa que afirman la existencia de otra  precondición en camino: la liberación de terroristas palestinos condenados en cárceles israelíes.

Como parte de su estrategia para evitar negociaciones directas “eligieron  ignorar el llamado urgente implementado por el Cuarteto, el 23 de septiembre, para superar los actuales obstáculos y reanudar las negociaciones bilaterales directas israelí-palestinas sin demora o precondiciones”.

Mientras tanto, los palestinos intentan describir a los asentamientos como el verdadero obstáculo a la paz.  Simultáneamente los palestinos libraron durante décadas    una guerra,  antes que hubiera algún asentamiento en Cisjordania y como un bromista destacara  hace poco: “La OLP (padre de la AP) es una “organización” creada en 1964 para poner fin a la ocupación de 1967”.

Paralelamente, la AP lleva adelante una guerra diplomática, el Hamás, que gobierna en Gaza, está comprometido en una guerra real,  disparando misil tras misil hacia los civiles del sur de Israel. En mayo último, la AP ingresó en un acuerdo de reconciliación con Hamás, sin considerar la carta de esa organización terrorista (que llama a la destrucción de Israel y el asesinato de judíos) su rechazo a todo proceso de paz y sus ataques terroristas.

Israel enfrenta a dos entidades palestinas;  una  que ataca con violencia, la otra con papeles diplomáticos; una que usa misiles grad, la otra, conspiraciones políticas.

El único modo que  los palestinos alcanzarán un estado es a través de negociaciones directas, destinadas a poner fin a su conflicto con Israel y establecer una relación de paz y cooperación. Por esa razón, Israel llamó  una y otra vez a un retorno a la mesa de negociaciones.

La comunidad internacional debería insistir en su papel de conciliadora y persuadir  a la Autoridad Palestina a regresar a la mesa de negociaciones bilaterales como el único camino idóneo para lograr la paz definitiva entre los dos pueblos.

Eyal Sela
Embajador del Estado de Israel