Parte del oficialismo ha manifestado que una vez que la Corte Constitucional (CC) aprobó las 16 enmiendas presentadas por la Asamblea Nacional, no procede que la oposición solicite al Consejo Nacional Electoral (CNE) una consulta popular porque el trámite dispuesto por dicho organismo es suficiente para la reelección indefinida y las demás enmiendas a la Constitución; ya que oficialmente se considera que lo resuelto por la CC es irreversible y constituye la última palabra en el democracia del país.
Sin embargo, la voz del pueblo, que es la voz de Dios, decide en última instancia si el camino escogido por la Asamblea Nacional en la Carta Magna para tramitar las mencionadas enmiendas es o no conveniente para los intereses del país y de la ciudadanía, por cuanto el pueblo es el mandante que decide su futuro y destino.
La frase de que la voz del pueblo es la voz de Dios se utiliza para homologar los pronunciamientos del pueblo con los de Dios, debido a que, por su naturaleza infalible, es vinculante con sus efectos para dilucidar un complicado problema, donde el juicio final establecido es inapelable por la justicia y la razón, basándose en los derechos y libertades de las personas.
La reelección ilimitada debilita el aparato democrático, según la discrecionalidad del Poder Ejecutivo mediante la concentración de poder, y la falta de renovación de liderazgos, lo cual es un abuso al diseño institucional original, que burla la voluntad popular expresada en él, por lo que los argumentos a favor de la reelección indefinida son cada vez más audaces en su interpretación política, aduciendo que el pueblo puede cambiar de opinión con frecuencia para adaptar las leyes y las instituciones a las condiciones del entorno político y social, como medida positiva y constructiva para el país y la comunidad.
Atentamente
Ángel Calderón Mayorga