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El Telégrafo

La Universidad Estatal de Bolívar

01 de diciembre de 2013

La baja de categoría de la Universidad Estatal de Bolívar (UEB), de la B a la C, contenida en el Informe General sobre la Evaluación, Acreditación y Categorización de las Universidades y Escuelas Politécnicas del país, hecho público por el Ceaaces el 27 de noviembre de 2013, ha indignado no solo a los estudiantes que se educan en este centro de educación superior, sino a todo el pueblo bolivarense, en razón de que esta universidad es fruto, primordialmente, de su movilización cívica y de la de sus instituciones públicas y privadas.

Un primer campanazo de alerta sobre esta situación ya se dio en la evaluación de las extensiones universitarias realizada por el mismo Ceaaces, en cuyo informe final del 22 de abril de 2013 la extensión del cantón San Miguel de Bolívar fue ubicada entre las ‘fuertemente condicionadas’, con suspensión inmediata de nuevas matrículas en las áreas de la educación, salud y derecho, amén de otras graves limitaciones. Era de esperar, entonces, que se  tomen los correctivos necesarios y urgentes, pero no sucedió así, presumo por la complejidad de los correctivos para detener este descenso en lo académico, investigación y producción científica de la UEB; descenso académico que, en verdad, no es fruto exclusivo de recientes falencias en su gestión administrativa y académica, sino que se venía incubando desde gestiones administrativas y académicas que se perennizaron desde su creación en julio de 1989.

La UEB no escapó a lo que ha sido el mal endémico de la educación superior, con las excepciones de rigor: universidad feudo político e inclusive  de intereses familiares y grupales dominantes, con incidencia negativa en el reclutamiento docente y administrativo (casos de nepotismo), en la investigación y producción científica; fuertes limitaciones a la participación democrática y transparente de sus estamentos en la estructuración del cogobierno y en la formulación de un proyecto universitario realmente inclusivo y de amplia participación social; mal manejo de sus recursos detectado en varios informes de Contraloría, sin que se haya conocido las sanciones impuestas a sus responsables; un paulatino alejamiento de su misión orientadora y gestora de iniciativas para el desarrollo sostenido de la provincia Bolívar, entre otros.

Ahora la situación está dada y no cabe llorar sobre la leche derramada, pero tampoco cabe un cruzarse de brazos, la situación amerita un involucramiento de todos los bolivarenses desde cualquier lugar en que nos encontremos, para demandar que se abra un debate serio y cualificado, tanto al interior como al exterior de la UEB, que permita conocer, a profundidad, sus potencialidades y falencias, que proponga los cambios profundos y necesarios para la inmediata rehabilitación académica institucional, y para garantizar la formación profesional de sus estudiantes en términos de calidad y excelencia, que establezca responsabilidades pasadas y presentes, sin caer en una caza de brujas cualquiera, pero seriamente comprometida con los fines y objetivos esenciales por los cuales los bolivarenses luchamos y contribuimos hasta alcanzar la creación UEB.

Recuerdo que un expresidente del Ecuador, allá por las décadas de los 60 o 70, dijo que en Bolívar se había detenido el tiempo, aunque nada hizo para que camine. Toca aprovechar  esta oportunidad para hacer que el tiempo del desarrollo de la provincia Bolívar camine quemando etapas y recuperemos las décadas pérdidas, empezando por fortalecer y engrandecer a nuestra universidad, con capacidad, mística y ajenos a todo interés personal o grupal.

Lenin Aucatoma Guillén

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