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El Telégrafo

La raza humana (la negritud)

30 de septiembre de 2014

El legislador de Montecristi  sabiamente recogió un principio muy moderno para la convivencia civilizada, me refiero al principio de la UNIDAD. El 3° art. de la Norma Suprema prescribe que es deber primordial del Estado “fortalecer la unidad nacional en la diversidad”. Este principio no solo debería ser aplicado en el Ecuador, sino en el mundo entero.

Ecuador es un país privilegiado por cuanto en su territorio habitan seres humanos de las más diversas índoles (no es de mi agrado el término ‘etnias’) que conviven en un área geográfica, asimismo diversa pero todos unidos por una sola nacionalidad, la nacionalidad ecuatoriana, cobijados por un solo lábaro tricolor y todos cantando el himno de Juan León Mera.

En este suelo ecuatorial, aún subsisten rezagos (descendientes) de los caras, de los shyris, de los huaoranis, de los quitumbes y de los huancavilcas. Por qué negarlo, existen también descendientes de europeos, árabes, chinos, indostanos, que llegaron al Nuevo Mundo después de la aventura de Cristóbal Colón. Posteriormente, la colonia trasladó desde África a miles de negros para someterlos a la esclavitud.

El encuentro de civilizaciones ha producido un mestizaje maravilloso: Juan Montalvo fue mestizo, al igual que Eloy Alfaro, Manuela Espejo, Mejía Lequerica, José Joaquín de Olmedo, entre otros. Eugenio Espejo es, sin duda, el máximo exponente del quiteño aborigen, precursor de la Independencia.

La llamada negritud (conjunto de características sociales y culturales atribuidas a la raza negra)  provino desde Nigeria,  Costa de Marfil y el archipiélago de las Canarias, ha procreado grandes exponentes que han dado lustre a las letras ecuatorianas, a la educación, a la diplomacia, a la música y la danza; para citar a los más conocidos: José Vicente Trujillo Gutiérrez, Nelson Estupiñán Bass, Antonio Eutimio Preciado, el negro Juyungo nacido de la pluma de Adalberto Ortiz, Jorge Chiriboga, Jaime Hurtado González, así  como grandes glorias del deporte ecuatoriano.

Los prejuicios que más daño han causado a la humanidad son: el racismo, la xenofobia y los antagonismos religiosos. Un pueblo mientras más culto y educado, menos prejuiciado es; al contrario ocurre con pueblos de escasa educación.

Uno de los más grandes descubrimientos de la ciencia moderna es haber llegado a la certeza de que la raza humana es una sola, que no hay  tal diversidad de razas; tan solo existen diferencias morfológicas, como el color de la piel, la forma y color de los ojos, la estatura, la forma del cabello, de la nariz o de la boca.

Recientemente un grupo de científicos descubrió con la ayuda de microscopios ultramodernos que es imposible distinguir entre los  tejidos o las  células de una persona negra y  de una  blanca. Todos somos iguales, por eso felicitamos al legislador constituyente de Montecristi que incluyó en la nueva Carta Magna el derecho de igualdad, condenó el discrimen y proclamó el principio de la Ciudadanía Mundial.

Cuando la humanidad madure, todos los habitantes de la Tierra llegaremos a ser ciudadanos del mundo liberados de prejuicios.

Alejado de toda posición política, y lo digo con conocimiento de causa, uno de los pueblos que ha desterrado el prejuicio racial es Cuba; ahí conviven armónicamente: negros, blancos, mestizos, mulatos, cholos, chinos, guajiros; y en el campo espiritual están garantizadas todas las manifestaciones y creencias religiosas. Esta es una clara señal de la cultura de esa nación.

El 2 de octubre se celebra el Día de la Negritud, rendimos homenaje a los negros de Esmeraldas, del Ecuador y el mundo.

Lamentablemente en Ecuador todavía existen rezagos de racismo y xenofobia.

Universi Zambrano Romero

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