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El Telégrafo

La nueva estrategia imperial

28 de diciembre de 2016

La doctrina de la seguridad nacional llegó a su caducidad; el sometimiento nacional, encargado a la bota militar como garante del statu quo a nombre de paradigmas, como la democracia, la libertad, la justicia, quedó  absolutamente desacreditado ante el brutal genocidio de las dictaduras.

El consenso de Washington quedó expuesto ante el incumplimiento de las expectativas creadas.

Ya no más golpes militares, a ese estamento había que reemplazar. De las tres directrices estratégicas: la cooptación ideológica del Ejército, el control del poder judicial, solo les quedó la hegemonía de los medios de comunicación.

La Guerra Fría en el marco de la confrontación bipolar había desarrollado nuevas metodologías, como la guerra psicológica y de baja intensidad, hoy le toca el turno a la guerra mediática. La renovación vendría con el rol fortalecido de los medios para poder retomar el control de las mentes y corazones.

El progresismo se había tomado mentes y corazones del gran estamento social, una nueva lógica geopolítica estimulaba la liberación continental, un nuevo enfoque había que crear. Los nuevos objetivos estratégicos están claramente definidos.

Sistemáticamente hay que hablar de una concentración ilegítima del poder, entonces, justificar el desafío al poder constituido, hablar de resistencia supuestamente pacífica, acompañada de una violencia solapada y una cínica victimización.

Hablar del país inviable de crisis y derroche pertinaz, de la teoría del caos y la represión, del miedo de la corruptela y otras taras más. De lo que se trata es de una lucha total sin código alguno para recuperar el control social de una ciudadanía cautiva por el progresismo. Para esta guerra del todo vale acuden al recetario imperial que ha desarrollado un conjunto de recetas que se ufanan en aplicar: utilizando un conjunto variado de armas políticas, económicas, sociales, psicológicas aplicadas contra la institucionalidad estatal. Así, estos años la RC ha sido objeto de presiones en busca de desestabilizarla. Objetivo que la guerra mediática no logró alcanzar.

Nuevas formas de socavamiento de la legitimidad democrática para pretender retomar el control social y la continuidad al sometimiento imperial. Se trata de una nueva forma de comunicación estratégica, mediante la producción de mensajes y su función social, la producción de consensos logrados por la hegemonía comunicacional. Ya no estamos hablando de medios de comunicación, estamos hablando de un modelo de propaganda, montado en campañas recurrentes orientadas a desafiar.

El imperio asume la función informativa y cultural como elemento neurálgico de la confrontación política. El mecanismo sistemático de desinformación ha sido activado en estos diez años en Ecuador buscando someter a la opinión pública en la guerra de las ideas.

En la última década, el sistema de control imperial ha desarrollado una nueva teoría de defensa estratégica que ha denominado guerra digital, que se ha constituido en la continuidad de la doctrina de seguridad.

Apareciendo así la necesidad de la creación de los ejércitos digitales encargados de la lucha, de arremetidas en las redes para doblegar la voluntad popular, así sobre todo captar el apoyo del conectado despolitizado.

La noción del ejército-red nace vinculada a una concepción informacional de la guerra, incluso como guerra civil preventiva; en suma, el poder imperial descansa en esta nueva realidad, una calculada operación electrónica. (O)

Reinaldo Torres Jaramillo

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