Me refiero a la marcha que algunos dirigentes indígenas han dado en llamar “por la vida y la democracia”. Esa definición es la que indigna a quienes tenemos un poco de memoria, a quienes observamos los cambios que experimenta el funcionamiento del aparato estatal y los beneficios que se perciben entre la población de menores recursos del país.
Es una marcha “indigna”, porque “no tiene mérito ni disposición para algo”. Es “indigna” porque “es inferior a la calidad y mérito de alguien o no corresponde a sus circunstancias”. Éstas, definiciones en el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española (RAE).
Y causa indignación o indigna a la gran mayoría de los ecuatorianos, porque causa “enojo, ira, enfado vehemente contra una persona o contra sus actos”. Otra definición de la RAE.
Por supuesto que indigna ver a un César Rodríguez, que como no le dieron la postulación a Presidente de la Asamblea, ahora es un recalcitrante opositor del Gobierno, al que antes de ese episodio defendía (ahora se sabe que lo que en realidad defendía era una agenda propia). El asambleísta es parte de esa marcha.
Indigna ver a un Salvador Quishpe enarbolando una lucha contra las empresas mineras (ahora legalizadas y controladas, que dejan importantes recursos para el Estado y para los pueblos del área de influencia). El mismo Quishpe que antes se quedó callado ante los mineros irregulares que corrompieron las fuentes de agua, contaminaron los ríos y causaron graves daños al medio ambiente en la Amazonía.
Es indignante ver a los del MPD atacando los proyectos mineros sustentables. Ellos que por años han manejado la organización política en la provincia de Esmeraldas, una de las más afectadas por el uso indiscriminado de elementos tóxicos en las faenas mineras irregulares. Los mismos que antes mantuvieron un silencio cómplice ante ese, sí, crimen de lesa humanidad que ha envenenado sistemáticamente a los pobladores de las comunidades de esa provincia.
Y más indignante aún, es ver a los verdaderos manipuladores de esa marcha, los derechistas y los falsos medioambientalistas -que solamente han sido unos hipócritas manipuladores que realizan acciones para conseguir recursos de los que han usufructuado históricamente y que ahora se les han desvanecido-.
Por ello, por todo ello es indignante escuchar a los Cholangos, Quishpes, Acostas, Larreas, Rodríguez, emepedistas, gutierristas y socialcristianos-maderadeguerreros, que es una “marcha por la vida y la democracia”, negando cínicamente que se trate de una cuestión político-electoralista. Ya las máscaras se les cayeron. Ya Rodríguez soltó la lengua y ahora se sabe que uno de los dirigentes opositores, el prefecto de Azuay, Paúl Carrasco, quiere ser candidato a la Presidencia de la República.
Atentamente,
Ramiro Serrano Miranda
Durán, Guayas