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El Telégrafo

La lucha por la vida

04 de abril de 2013

Se entiende que en estos tiempos del socialismo para siempre, del buen vivir, de la justicia para todos y del amor al prójimo, el ser humano se ha revalorizado en su esencia y en su forma; se ha dicho basta a la explotación del trabajador, al dominio del capital y a la justicia; dentro de estos términos cabe también la conservación del medio ambiente y el respeto a la madre  naturaleza, no solo porque le interesa al ser humano conservarla de la mejor manera, sino que, al compartir este mundo, con los otros seres vivientes, también les debemos, amor y consideración; esto incluso es parte de los principios del cristianismo, por ejemplo, lo manifestado por San Francisco de Asís, en su inmensa dedicación a los seres humanos más desamparados y a los otros seres vivos, los animales.

Su mensaje es claro en la lucha por la vida, todas sus formas son importantes, decimos no a la violencia, no a las guerras, no a la pena capital, no a la eutanasia, no al aborto (estoy absolutamente de acuerdo con la píldora del día después, yo creo en Dios, pero no creo en la divinidad del hombre), no a la hambruna en África y en cualquier parte, no a la desnutrición infantil y también no al maltrato animal.

Entonces, si cualquiera de estos temas u otros que se me escapan no son tratados con amor, el respeto por la vida se retrasa, se limita. Entiendo que el Mahatma Gandhi explicaba que la valoración de una sociedad o de un país se la podía medir por la forma de tratar a los animales, por lo tanto creo que a nuestro país le falta mucho en el respeto a la vida de esos seres, en especial de los domésticos, como perros y gatos. El gobierno, el Ministerio de Ambiente, etc., no muestran ni sensibilidad ni acciones para protegerlos de verdad. Estas podrían ser:
 
1) Masivas campañas de esterilización, con la colaboración de los estudiantes de veterinaria de las diferentes universidades, con la logística y las medicinas entregadas por el gobierno.
 
2) Implementación de refugios, con atención veterinaria  de emergencia, lo necesario para empezar.
 
3) Campañas educativas, a nivel escolar, introduciendo el respeto y consideración a las mascotas.
 
4) Campañas educativas a nivel general, en pro de una cultura de  esterilización, de los animales domésticos.
 
5) Programas de adopción de mascotas, en el campo y en la ciudad, con incentivos incluidos.
 
Y otros proyectos, que seguramente, serán presentados por los diferentes colectivos y personas, amigos de los animales domésticos; somos  muchos los que recogemos y damos en adopción, perros y gatos; no creo que sean muchos los que se reúnen para recogerlos y matarlos. Los animales abandonados en las calles no son agresivos, son sociables, más bien son atemorizados y agredidos por las personas.

Hay que comprender que ellos no han elegido vivir en las calles, son los humanos los que los abandonan, somos nosotros los irresponsables e insensibles que los desamparamos, dejándolos a merced del frío, el sol, de las lluvias, del hambre, de la basura como aliento, de las enfermedades, de los vehículos que los atropellan, matándolos o dejándolos lisiados o de la triste costumbre de poner veneno en las calles y ellos aun así son juguetones, muchas veces alegres y siempre agradecidos si alguien les da una migaja de amor. Quiero agregar y si no me equivoco, el mal de rabia está técnicamente erradicado a nivel doméstico.

Y por último, creo con todo el convencimiento que la Revolución Ciudadana también puede hacer historia entre los amigos más leales y cariñosos que tiene el ser humano y esos son los perros y gatos.
 
Atentamente,
Ney Mancheno Dueñas

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