Hace 187 años, en la noche del 25 de septiembre de 1828, el Libertador Simón Bolívar, para aquella época presidente de la Gran Colombia, sufrió uno de los tantos atentados contra su vida, urdidos por sus enemigos cegados por el odio, la envidia y la ambición. El Libertador, acompañado de Manuelita Sáenz, dormía en su recámara en el Palacio de San Carlos
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Bogotá­ padeciendo un estado febril muy grave. A medianoche irrumpieron los asesinos confabulados con la guardia militar. Golpearon fuertemente la puerta del dormitorio, Manuela lo despierta para que escape, para después enfrentar heroicamente a los sicarios que lo iban a asesinar. El general no está aquí, los  increpa Manuela. Bolívar había logrado saltar por la ventana que daba a la calle, sano y salvo. ³Me habéis salvado la vida una vez más² le dijo el caraqueño agradecido. Te has ganado ahora el título de Libertadora del Libertador². Pocos días antes, Santander, que era su vicepresidente, había planeado otro atentado del cual lo salvó Manuela con sus fieles y  valerosas empleadas, las negras Nathan y Jonatás.

Respetables historiadores y biógrafos de Bolívar, como Alfonso Rumazo González e Indalecio Liévano Aguirre, culpan a Santander de haber planificado el asesinato del Mariscal Sucre en las montañas de Berruecos, situado entre Popayán y Pasto, en complicidad con Juan José Flores y Apolinar Obando, para impedir que el Gran Mariscal de Tarqui, Pichincha y Ayacucho asuma la Presidencia de Quito.

Pueblo que no conoce su historia, corre peligro de que se vuelva a repetir.

Universi Zambrano Romero