Estimado Director
Se dice que la artesanía es la hermana pobre del arte. Y todo porque se lo hace en serie y no tiene exclusividad, lo que redunda en la poca valorización social y económica para quienes lo practican. Esto lo comento porque recientemente se conoció una interesante noticia, en el sentido que a los “Centros y Unidades de Formación Artesanal” se les cambiará de nombre a “Centros de Educación Básica”. Sin embargo, me preocupa que se persista en catalogar y en denominar “carreras artesanales” o “bachilleres artesanales”, a lo que realmente son verdaderas profesiones intermedias, fomentando tal vez por ello a que no sean solicitadas por los jóvenes ecuatorianos, como un medio para ganarse la vida honradamente y, en la mayoría de las veces, más rentable que las ya saturadas carreras universitarias.
Estas carreras de formación profesional o técnicas, entre los que se encuentran la contabilidad, cosmetología, chefs de cocina, electricidad o construcción -por citar algunos- suelen ser el principal motor de la economía de países desarrollados, como los de la Unión Europea, donde un 49% de la población tiene formación de grado medio. Mientras que en Ecuador he podido constatar por las estadísticas realizadas sobre la base al último censo de 2011, aparecen como “técnicos y profesiones de nivel medio” solo un 3,5% en hombres y un 4,6% en mujeres.
Por ello, considero necesario no solamente cambiar el concepto de los mismos, sino también -a propósito de la invitación del Gobierno a profesionales de la salud a volver al Ecuador a prestar sus servicios- aprovechar el potencial humano y profesional ecuatoriano en estas ramas que desea regresar al Ecuador, ya que muchos inmigrantes -al menos en España- han logrado la cualificación necesaria e incluso la titulación, por lo cual su aporte, tanto en la docencia como en la aplicación práctica de los mismos, permitirían al Ecuador crecer y ser más competitivo con respecto al resto de países.
Atentamente
Jéssica Jiménez Z.
Madrid-España