Estaba en Playas con mi familia en un restaurante conocido por sus empanadas chilenas. Habíamos terminado de comer y al momento en que abandonábamos el lugar me resbalé en la bajada de la rampa de acceso para discapacitados. Caí con todo el peso de mi cuerpo sobre mi rodilla, que se hundió; la pierna no la podía mover y gritaba de dolor. Los comensales me rodearon y contactaron a la ambulancia, que llegó en 12 minutos.

Me trasladaron al Centro de Salud de Playas, pero como el dolor era tan intenso, mi hija decidió llevarme al hospital Los Ceibos, donde fui atendida inmediatamente. Me hicieron tomografía, resonancia magnética, exámenes de sangre y me pasaron a una cama hasta que se desinflamara la rodilla para, posteriormente, operarme. Los médicos, muy amables, me atendieron bien y me dijeron que tenía una fractura en la rótula y un tendón roto en la pierna izquierda.

Por falta de seguridad estoy postrada; con un antideslizante, este accidente se pudo haber evitado, pero el piso era de cerámica que es resbalosa, especialmente cuando la gente va en traje de baño a comer mojada. Por ese descuido de parte del dueño del local, me accidenté paralizando mi vida.

Solicito de manera urgente a las autoridades que implementen una normativa técnica para evitar accidentes a los clientes en locales. Así mismo, que la normativa sea continuamente supervisada por los bomberos para que se cumpla. Ya que una cosa tan sencilla de prever nos libraría de situaciones graves. Pues actualmente, según los médicos, mi recuperación tardará 6 meses. Soy mi único sostén, doy servicio de taxi. Dado mi problema de salud, perdí mi clientela, pues hacía expreso. Si no trabajo, no genero ingresos y podría perder mi casa.

Hoy fui yo la que sufrió las consecuencias por la falta de previsión en gestión de riesgos en locales, pero mañana podría ser el caso del familiar de cualquier ciudadano, incluso usted, señor lector. (O)

Armida Adelaida León Montalván