Las crisis de Nicaragua y Venezuela, principalmente, nos obligan a meditar y recordar instrumentos patrióticos que elevados a tratados o convenios internacionales han concertado en velar y defender los derechos humanos de sus poblaciones sujetas a regímenes tiránicos y antidemocráticos.
Toma vigencia entonces la Carta de Conducta de Riobamba, que establece el principio de que en la región no puede invocarse la soberanía para justificar violaciones de los derechos humanos. Su defensa es una obligación internacional a la que están sujetos los Estados, por tanto la acción conjunta ejercida en protección de esos derechos no viola el principio de No Intervención.
La posibilidad de exigibilidad de los derechos humanos que constituyó un problema para la ONU, OEA e inclusive el Estatuto de Roma, instrumento constitutivo de la Corte Penal Internacional, tomó cuerpo con la Doctrina Roldós. En aquella época en que pululaban las dictaduras, la Doctrina Roldós atentaba contra la subsistencia de aquellos regímenes del Cono Sur y Centroamérica apoyados por la administración Reagan que declaró a la doctrina en el Documento de Santa Fe como amenaza a la seguridad de EE.UU.
En Ecuador, Correa se fue contra la exigibilidad argumentando motivos baladíes y apoyo a Maduro y Ortega. La canciller Espinosa sigue haciéndolo llenando de vergüenza al país. Al conmemorarse un año más de la Independencia de Guayaquil rindamos tributo a un preclaro hijo ecuatoriano y guayaquileño Jaime Roldós Aguilera, orgullo de la Patria y el mundo.
Dr. Carlos Mosquera Benalcázar