Cuanto se dijo y cuanto se hizo por parte de los defensores de El Universo para dilatar la sentencia o para revertirla, en el caso que le sigue Rafael Correa, es lo que se debe desgranar en los días siguientes, para que la verdad sea conocida por todos y se tenga absolutamente claro todo lo que pueden hacer los representantes del poder económico cuando se les exige ceñirse a las reglas, igual que todos los ciudadanos que nos cobijamos en ella.
Los hermanos Pérez y Palacio (solo un plebeyo que creyó ser hidalgo) utilizaron cuanta artimaña estaba a su alcance para desvirtuar la aplicación de la justicia, para desprestigiarla y desmembrarla si era necesario, con tal de que nuevamente la “dama tapada” se rinda a sus pies, como ha estado sometida permanentemente ante el “omnipotente poder de la prensa”.
No escatimaron esfuerzos en su cometido, inclusive intentaron arrastrar y mancillar la imagen de la patria, el nombre de Ecuador en el ámbito internacional, pretendiendo que con ese chantaje se detenga la ratificación de la sentencia o que se la cambie.
Nunca antes se vio una arremetida tan cruenta contra la institucionalidad de un país, solo por un caso judicial interno. Nunca antes se unieron y alzaron sus voces al unísono tantos políticos -de derecha y de izquierda sometida- para defender a una de las partes de un caso judicial.
Esta ejemplarizadora sentencia demuestra que la revolución estructural del país está en verdadero auge, que deberá seguir creciendo y fortaleciéndose en todos sus ejes para que la onírica frase de antaño, que “todos somos iguales ante la ley”, sea, por fin, una realidad.
Aún hay quienes, amarga y soterradamente, se consuelan diciendo que en el proceso existieron ciertos errores y hasta excesos; pero deben entender que triunfó la verdad y que al final tenemos “justicia ante todo”.
Atentamente,
Pedro del Solar
Durán - Guayas