El papa Benedicto XVI impugnó la imagen de que Cristo fue un “político revolucionario” en su libro Jesús de Nazaret, que salió a la venta en 2011 en siete idiomas y en el que absuelve a los judíos de la muerte de Cristo. Pero en 1974, el obispo de Riobamba, monseñor Leonidas Proaño, declaró que Cristo fue un revolucionario porque vino a establecer el orden deseado por Dios frente a un orden establecido, que es el máximo desorden de la humanidad.
Agregó que este desorden que hoy, en nuestros países, se llama capitalismo, en otras etapas de la historia ha existido bajo otros nombres, siendo siempre lo mismo: la dominación de unos hombres sobre otros, las injusticias, el enriquecimiento. Cristo vino a cambiar todo esto. Y para lograrlo optó por ser pobre, por vivir entre los pobres. Así predicó contra la riqueza e hizo una auténtica revolución.
Monseñor Proaño siempre estuvo abiertamente en contra del capitalismo porque consideraba que la propiedad privada era el comienzo de todo el trastorno introducido por los hombres en los planes de Dios, que dio la tierra a los hombres para que la cultivaran. No pensó en crearla como un medio de opresión de unos sobre otros.
El obispo revolucionario no estaba de acuerdo con que la Iglesia defendiera la propiedad privada. Calificaba esta actitud como una equivocación muy grande. Repartió la tierra de la diócesis a los campesinos. (O)
Lic. César Burgos Flor