Se la veía venir. Nunca nuestra alma máter había caído tan bajo. Teníamos autoridades sin autoridad, que aún continúan por el arte de la politiquería. Se denunciaban atracos, piponazgos, facultades con dueños; profesores, empleados y trabajadores escogidos a dedo; venta al por mayor de títulos; carreras inventadas, cobros indebidos, venta de libros plagiados, profesores inmorales, dirigentes estudiantiles eternos, jubilados humillados, incumplimiento de alzas salariales, asesores que manejaban a la universidad a su antojo, ninguna participación en la elaboración de las leyes educativas, ausencia de opinión en los grandes temas nacionales, cero vinculación popular; en fin, da vergüenza decir que uno trabaja en una universidad de esta categoría.
¡Y ahora intervenidos! ¿Para qué? Las malas autoridades siguen tan campantes; los que cobraron indebidamente están muertos de la risa y la universidad pagando; los pipones como si nada; no hay concursos de merecimientos; la homologación de sueldos sigue en el limbo; los profesores inmorales siguen pidiendo dinero y favores sexuales; los eternos dirigentes estudiantiles con sueldo pasean su desvergüenza; los humillados jubilados continúan esperando que se les haga justicia; los buenos maestros se van huérfanos de estímulos; la homologación ha sido nuevamente postergada después de 7 años de constantes evaluaciones, recién ahora van a estudiar quiénes merecen quedarse y recibir la mejora salarial. Ojalá no se preste para manoseos políticos.
En fin, si la intervención quiere justificar su presencia, debe hacer 2 cosas: sancionar la negligencia e inmoralidad y sacar a concurso todos los cargos docentes. Los capaces no tienen miedo a participar. Solo así la Universidad de Guayaquil volverá a ser la institución orgullo de la ciudad y del país.
Lic. Julio Ayala Serra
Profesor universitario