Las elecciones legislativas en Colombia fueron el lanzamiento de la carrera presidencial. Los comicios en los que se eligió la composición del Senado y del Congreso de la República se dieron en un escenario de alta polarización, marcado por las consultas que se realizaron simultáneamente, en donde los sectores de la derecha y de la izquierda escogieron sus candidatos presidenciales, resultando electos Iván Duque y Gustavo Petro, tal y como estaba pronosticado.
Las consultas internas se convirtieron, además, en una primera medición de fuerzas entre los dos mayores aspirantes a presidente, aunque la verdadera campaña con todos los actores está apenas comenzando, porque ni Germán Vargas Lleras ni Sergio Fajardo ni Humberto de la Calle realizaron consultas internas. Además de la polarización derechas-izquierdas de la consulta, existían pocas dudas sobre las preferencias del electorado, siendo Iván Duque “el elegido” de la maquinaria de Álvaro Uribe, y Gustavo Petro el candidato de izquierda con mayor peso en la opinión pública.
La medición de fuerzas en estas consultas internas quizá fue una motivación para la participación ciudadana. Con más del 97% de los votos escrutados, de 36’493.318 personas habilitadas solo 17’445.129 ciudadanos asistieron a las urnas, con un padrón electoral que creció en 3,6 millones de personas. Se estima que las consultas sufrieron traumatismos por la insuficiente cantidad de tarjetones en las mesas electorales, lo que agitó -en unas pocas mesas- el fantasma del fraude electoral.
Frente a eso, la Procuraduría abrió varias investigaciones, mientras que la Misión de Observación Electoral de la OEA insiste en la presentación de diversas irregularidades, como la falta de entrega de tarjetones de las consultas en las mesas, la manipulación de votantes (especialmente de adultos mayores) y la presencia de propaganda electoral en los puestos de votación. (O)
Javier Calderón y Ava Gómez