Más de 30 millones de dólares necesita el alcalde Jaime Nebot -según su propio criterio, un regalo económico- para pagar los respectivos subsidios a los transportistas urbanos de Guayaquil. En este festín el Alcalde incluye unidades de transporte que ya cumplieron su vida útil, pero que aún se mantienen vigentes vagando por la ciudad causando el caos en el tránsito vehicular ya colapsado. Los 30 millones de dólares que le entregó el Gobierno eran insuficientes, por lo que procedió a devolverlos.
Recuerdo que la famosa Comisión de Tránsito del Guayas, brazo político del socialcristianismo, era manejada por el alcalde de turno, como cuota política de la Ley de Régimen Municipal. Esta institución, de ingratos recuerdos en la amalgamada corruptela, hizo lo que le venía en gana, hasta convertirla en una de las peores instituciones públicas del país. Ante la soberbia postura del alcalde Nebot en aceptar la competencia -que por ley le corresponde asumir- y ante la postura racional de la mayoría de alcaldes de ciudades importantes, como Cuenca, Loja, etc., no le queda más al Gobierno central que, por cualquier mecanismo legal, ordene asumir la competencia.
Además, la CTE podría, sin perjuicio, asumir también la administración de la Metrovía, cuyos principales empiezan a darse golpes de pecho, demostrando estar arrepentidos de haber invertido en esta empresa, ya que -según ellos- hasta la fecha no recuperan la inversión y que todos los días trabajan a pérdida, cuando vemos y es evidente que los vehículos de la MetroVía siempre circulan ‘a full’, sobrepasando la capacidad de pasajeros.
Con esta medida el alcalde Nebot se quedaría ‘sin pan ni pedazo’, desintegrándose la Fundación Metrovía, que en un momento inesperado, a pretexto de estar trabajando a pérdida, paralizaría el servicio, haciendo caso a una posible sugerencia del soberbio burgomaestre, desestabilizando la paz ciudadana.
Lcdo. Julio López Campoverde