Eventualmente nombramos a diario a los medios de comunicación, pero para referirnos concretamente a los medios que suelen informarnos. Vale hacer hincapié sobre la tendencia costumbrista de popularizar enunciados o términos, para generalizar una o más categorías. Cuando decimos “medios de comunicación”, podríamos referirnos al extinto beeper o a la nueva tendencia de telefonía móvil. Esta observación no va más allá de querer ser una apreciación a un llamado normativo del uso del lenguaje.
De medios de comunicación conocemos muchos, aunque ahora la forma personal de comunicarse permuta de la particularidad de una persona comunicando a otra, al fenómeno de una persona comunicando a muchas. Es una de las bondades que brindan los nuevos gadgets informáticos, como es el caso del Twitter. Esta herramienta se ha convertido en el empuje para sacar el periodista que todos nosotros llevamos dentro. Sin embargo, la manera cómo se informa en Twitter es por medio del “efecto teléfono”: un chisme cibernético.
Algunos usuarios de esta red social informática, con alma de periodistas, hablan de la responsabilidad social que existe de informar y por eso cuentan las noticias que estén a su alcance (un hashtag, herramienta del Twitter, puede cambiar totalmente la esencia de una noticia). Sin embargo, más responsabilidad social existe en no comunicar como ellos lo hacen. La llamada democracia y el ejercicio de la libertad en estos medios debe estar íntimamente acompañada por el ejercicio de la responsabilidad, tanto del que informa, como el que cree lo que lee, quien es luego el que la vuelve a difundir (por medio del retweet).
El twittero que se hace llamar comunicador es el que hace los reportajes detrás de un monitor o de una pantalla de celular. Este trabajo, o más bien, imitación de periodismo, es una labor para sí, para figurar como líder de la información, anticipándose a la noticia, adivinando, elucubrando, mientras lo que dice se mezcla con sus intereses, deseos y frustraciones. El relleno de la noticia con amarillismos, sensacionalismos, ideas atemperadas, se caracteriza en este nuevo sistema de información. Así como la idea de tener todas las evidencias, registros de los eventos sucedidos, dando una visión total y única de los hechos, estando detrás de una computadora.
Es el nuevo fenómeno que empezó desde algún tiempo en la red online. El escepticismo frente a los profetas del Twitter, o la duda ante las noticias de los autollamados comunicadores sociales, puede ser una suerte de éxodo hacia un futuro cataclismo social; dicho de esa forma, por la permeabilidad que existe entre la red social online y la red social “real”; aunque ya hemos sido testigos de algunas consecuencias en la realidad.
Carlos Silva Koppel
Guayaquil