Las personas jóvenes no quieren dedicarse a actividades agrícolas por el temor a pasar lo mismo que sus padres: trabajo duro, constantes pérdidas; y si les va bien en los rendimientos de sus cosechas, caen en las manos rapaces de la intermediación.
Los jóvenes no quieren estar en el campo, por ende el país pronto se quedará sin productores, que son los guardianes de la soberanía alimentaria del mundo y proveedores de las materias primas para la industria.
El próximo Gobierno debe considerar en su plan de acción a la producción agropecuaria como sector estratégico nacional, para direccionar la mayor parte de la inversión en educación, salud, seguridad social, créditos productivos, incentivos, comercialización, ya que este sistema productivo es generador de divisas del extranjero y seguridad alimentaria interna y mundial. (O)
Pedro Pablo Jijón Ochoa