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El Telégrafo

Cartas al Director

04 de septiembre de 2015

  Licenciado Orlando Pérez

Director del diario El Telégrafo                                                                                                                                                               

Nadie de los que están en contra del presente Gobierno se atreve a analizar el nuevo fracaso obtenido por el famoso ‘paro’ nacional, que tuvo que diluirse por sí mismo, dejando una estela de desconcierto y descrédito para sus virtuales inspiradores. Y hay que decirlo enfáticamente que los perdedores nuevamente llegan a ser, a más de los opositores, los medios informativos, que no saben por qué la ciudadanía, luego de 8 años de una campaña sin tregua (mañana, tarde y noche), no reacciona como ellos quisieran. Entonces Canal 4, 8, diario El Comercio, La Hora, El Universo, Radio Democracia, Radio Quito son, entre otros,  los grandes perdedores porque, a pesar de tanta insidia, los resultados son totalmente opuestos a este ‘periodismo’ intrascendente, empírico y desinformador. Seguramente se estarán mordiendo la lengua de la rabia, por no obtener los resultados de esta conspiración orquestada y  que en otros gobiernos sí dio resultado. El hombre debe ser humilde para sentarse a analizar cuando lo planificado no  ha dado los frutos anhelados, para descubrir las debilidades y los errores cometidos. Para el caso ecuatoriano y su prensa empírica, el error está en su jactancia de creerse periodismo profesional sin serlo; en confundir los términos y los conceptos, porque de medios informativos se pasaron a ser francos opositores políticos, sin mayor éxito. Sin que finalmente ni siquiera sepan qué es Libertad de expresión y libertad de prensa. Si  no hay claridad en esto, todo lo demás está distorsionado.
 
Dr. Galo F. Terán I.                            


Indigenismo y sectarismo

Las últimas  manifestaciones, si cabe así llamar a los ‘desfiles’ de los ciudadanos indígenas, no han sido otra cosa que evidenciar el odio político y casi la revancha hasta ahora trunca por ese sector social manipulado por intereses protervos cargados del sectarismo oculto, tanto en lo social como en lo económico; y es en esto que se sintetizan los por demás airados y bochornosos incidentes que evidenciaban la ‘toma del poder político’, tumbando al Gobierno de turno, como así ocurrió con el gutierrismo y bucaramato. Ya nuestros conciudadanos indígenas no son los “instrumentos del cura -como dijo Montalvo- para  cargar en andas los santos en procesiones”; tampoco son los ‘huasicama’ de otroras Régulos y Orejones. También debemos recordar a Abelardo Moncayo, quien dijo: “Alardeamos de católicos y aún se mantiene el concertaje como una bofetada a los evangelios, como herencia de los españoles”. Siendo triste ver al Arzobispo de Guayaquil, ineludiblemente identificado con la ultraderecha política, declarar mintiendo en un noticiario televisivo que el Gobierno los trató con violencia, cuando es esa institución religiosa la que los tuvo y explotó toda su riqueza desde el coloniaje y mantiene sometidos al sectarismo económico, social y religioso, felizmente iniciada su liberación con Alfaro y monseñor Proaño. La actual dirigencia indígena, ávida de poder político, no debe dejarse manosear ni manipular de las élites económicas y políticas, porque así como no se puede mezclar el agua con el aceite, sería una quimera pensar que el indigenado, como en Bolivia, llegue a gobernar el país. Aunque tampoco es imposible, todo es cuestión de tiempo y superar el verdadero problema del Ecuador que es la educación y la equidad en el uso y explotación de la tierra, el agua y demás recursos naturales generadores de la riqueza.

Fernando Coello Navarro.                                 

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