Este domingo, el final del feriado, debió ser un día normal que se paralizó en parte por la fuerza que ciertos deportes tienen en la ciudad.

Quienes nos levantamos durante la mañana de ayer tuvimos que lidiar con el hecho de que la avenida Quito, en el tramo cercano al estadio de Emelec, estaba cerrada al tránsito vehicular, sin ningún motivo aparente. Una situación que causó el desvío de los buses, obligando a muchos usuarios a bajarse y caminar sin una razón lógica que justifique esto.

Los derechos de unos no deberían causar problemas de circulación a otros, aún más sin explicación. Como si esto no fuera suficiente en el domingo futbolero, dos horas después se creó un clima de violencia terrible en los alrededores del mencionado estadio.

El enfrentamiento entre un grupo de hinchas de Emelec, contra solo una  persona a la que ellos reconocieron como barcelonista, motivó el desplazamiento de cuatro policías, que acudieron a la escena para controlar la situación.

La escena causó el desconcierto de los vecinos y de quienes por allí transitábamos. Me pregunto: ¿Por qué la afición por este deporte debe volverse, para algunos, un escenario de irracionalidad y violencia? ¿Debe cerrarse una calle y obligarse a la ciudadanía a pasar incomodidades solo por un partido?

Creo que los dos hechos están cargados de sinsentido y falta de reflexión. Más allá de la calidad deportiva de estos eventos, no deberían convertirse en escenarios para el desorden y el desbordamiento de bajas pasiones y violencia.

La presencia policial en el recinto aledaño al estadio es comprensible, lo lamentable es que sea necesaria, ya que se supone que ahí va a desarrollarse una cita deportiva, un encuentro para festejar o relajarse un momento,  no un espacio para que un grupo de personas violentas se lancen contra un solitario sujeto.

Creo que este nivel de comportamiento merece una mayor reflexión de parte de toda la sociedad y de los medios de comunicación. ¿Por qué llegar a identificar dos equipos tradicionales con el odio entre ellos? ¿Es necesario recurrir a la violencia callejera por algo que, en teoría, se debería resolver en la cancha?

Considero que, si bien es cierto, estos encuentros constituyen una fuente de catarsis para el pueblo, estos deberían limitarse a lo que se pueda hacer dentro de la cancha, sin obstaculizar el tráfico o caer en escenas de violencia tan lamentables como la registrada ayer en un barrio que no se merece ver estas ridículas peleas durante la mañana de domingo.

Ojalá se problematice esto a nivel del Ministerio de Deportes o de alguna institución académica seria, porque es un síntoma de la frivolidad y falta de reflexión que mucha gente ostenta.

Francisca Rojas
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