He visto con estupor el crecimiento de la delincuencia en la ciudad. Hace 30 años también se veían ladrones, pillos, arranchadores, carteristas en todas partes, claro en mayor medida en las zonas rojas.
Sin embargo, ahora el cometimiento de delitos es en toda la ciudad.
Puedo ir caminando por las elegantes calles de Urdesa, la Kennedy o la Alborada y siento el mismo temor que cuando camino por la avenida 25 de Julio o García Goyena.
En estos sitios a cualquier hora del día una moto o un auto se acerca y simplemente, a la vista de todos, asaltan, secuestran o ajustan cuentas (como dice la Policía cuando disparan y no roban).
Presidente, ataquemos el mal de los dos lados: con creación de plazas de trabajo y duras sanciones. La falta de lo uno no justifica el delito.
Ángelo Rodríguez