Estimado Director de diario El Telégrafo, decano de la prensa nacional, la noche del pasado viernes a eso de las diez de la noche me encontraba parado en la esquina de las calles 16 y Portete esperando un taxi. Estuve aproximadamente unos 5 minutos cuando a los lejos divisé que venía uno, noté que iba con un pasajero.
La sorpresa es que el taxi amarillo de alquiler se detuvo abruptamente en esta intersección y el conductor arrojó al pasajero. Si no fuera por la pericia del conductor que veía detrás, lo hubiera atropellado.
La persona es un amigo del barrio que por temor a ser asaltado en los buses decidió tomar un taxi. ¡Mala decisión! Junto con el guardia del almacén La Ganga lo levantamos y estaba drogado con esa sustancia que hace perder el conocimiento.
Mi pedido es dirigido a la Policía Nacional para que ahora redireccione sus esfuerzos hacia los vehículos amarillos, donde un número, para mí ya no mínimo, se ha dedicado a asaltar a los pasajeros. El no puso ninguna denuncia y no es parte de las estadísticas que tienen ustedes.
En ese momento opté por anotar la placa del taxi que tomé, constatar que la plaquita donde tienen el nombre del conductor sea la persona que manejaba.
Esa información se la di a mi familia, quienes en todo el camino me llamaban para saber si iba bien y no había tomado taxi amarillo de alquiler manejado por un pillo.
Luis Castro Martín