Ciertos dirigentes invasores de tierra se aprovechaban del contacto con determinados gobernantes y expropiaban terrenos como si fueran suyos. Y sus seguidores aceptaron condiciones lamentables con tal de tener una pequeña casa. Se trataba de gente que mayormente había dejado el campo por falta de atención gubernamental. Así, se destruyó el orden que existía en Guayaquil, y se fue nromalizando la vida en condiciones infrahumanas. Actualmente hay vagabundos que realizan sus necesidades biológicas públicamente, a veces en casas y carros abandonados. Hay disposiciones municipales que señalan que todo establecimiento de venta de comestibles está obligado a permitir que cualquiera utilice sus servicios higiénicos. Todo negocio debe tener un basurero. Quienes no cumplan, pueden ser sancionados. (O)
Ricardo Ordóñez