Guayaquil, 7 de noviembre de 2011

Señor Director

El ser humano, por la gracia de Dios, tiene el privilegio de llegar a viejo. No todas las personas pueden lograrlo, ya eso es bastante. Estas personas que lograron llegar deberían ser reconocidas por el Estado y todas sus instituciones como parte del éxito de una nación, ya que en su etapa económicamente activa contribuyeron al bienestar de la patria y con sus aportes al IESS permitieron cubrir las necesidades de los jubilados en esos tiempos. Lo menos que puede hacer esta institución por los jubilados es brindarles  cuidados para que en sus últimos años puedan llevar una vida digna, ya que no tienen otro sustento económico; entregarles una pensión que les permita sustentar sus necesidades -por lo menos primarias- y no se constituyan en una pesada carga.

Le recuerdo, señor Presidente, que ellos, hombres o mujeres, en su núcleo familiar tienen un lugar de privilegio, ya que por su intermedio se van formando las nuevas generaciones: hijos, nietos, yernos o nueras. Todos desean lo mejor para ellos, que constituyen la parte medular de su existencia.

Los protagonistas de esta nueva generación y que con el paso del tiempo y la gracia de Dios todavía los tienen, saben que los ancianos son lo más valioso, pero también lo más vulnerable; consecuentemente, verían con mucho agrado que su gobierno mejore  la calidad de vida de las personas de la tercera edad para que  sus últimos años los disfruten con dignidad.

Sin temor a equivocarme, esto haría que “tirios y troyanos” desborden sus mejores agradecimientos y respeto para el gobierno que valoró y mejoró la vida para el tesoro que se encuentra en su casa, que es su abuelita o su abuelito.

Colón V. Quiroz Ferruzola
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Guayaquil - Ecuador