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No hay tinta que alcance para las portadas de los medios privados de comunicación, ni minutos suficientes en los noticieros de televisión para dar cabida a las arremetidas de los sectores de oposición contra las reformas a la nueva Ley de Educación Intercultural que, entre otros puntos, establece el bachillerato unificado. Según la propuesta, quedan eliminadas las especializaciones de Químico-Biólogo, Físico-Matemático y Ciencias Sociales, permitiendo a los bachilleres técnicos la misma formación de los demás. El Ministerio del ramo sostiene que, al aplicarse esta metodología, el estudiante tendrá opciones postsecundarias para insertarse en el mercado laboral, y durante el último enlace ciudadano, la titular de esa cartera, Gloria Vidal, aseguró que uno de los objetivos estaban orientados a evitar elecciones prematuras sobre las especializaciones a elegir.
A comienzos de año, y como es costumbre, los medios de comunicación mostraron el drama de los recién graduados que pugnan por ingresar a la Facultad de Medicina de la Universidad de Guayaquil: madres que no pueden reprimir las lágrimas y adolescentes iracundos, que satanizan al sistema educativo del país y responsabilizan a las autoridades por permitir que el futuro profesional de un joven esté ligado al vaivén de una tómbola.
Pero una vez que las aguas se calman y el show termina, hay verdades que golpean y dejan valiosas lecciones: para el tercer mes del curso preuniversitario se registró una tasa de deserción superior al 55%. Al consultarles sobre las razones del abandono de la carrera surgían confesiones de presiones paternales y equivocadas elecciones luego de abandonar las aulas del colegio. No olvidemos que en el ámbito educativo existen mitos según los cuales los de Químico-Biólogo solo pueden ser médicos, los de Sociales, literatos, abogados o maestros; pero si aquellos estudiantes que a principios de año desertaron hubiesen tenido bases en otras ramas -como lo propone el bachillerato unificado- se habrían ahorrado los dolores de cabeza y el trauma que significa abandonar una carrera universitaria.