Hablar de esa ”cosa rara”, como la calificó un buen amigo, hay que hacerlo a veces.
Cuando se habla del sida y de la plaga que supone en ciertos países africanos y asiáticos, y de la gran afluencia del turismo del sexo, vienen a mi memoria los tiempos de estudiante y el achacar la aparición de la sífilis en el continente americano a los conquistadores.
Un profesor de Patología comentó: “Pienso que no todos aquellos hombres fueran de costumbres tan disipadas”. Opino también que de todos los que viajan a esos países, los habrá de rectitud moral y, por tanto, capaz de abstenerse.
Cuando se habla de que el principal medio para evitar la extensión del sida es la fidelidad, no es lanzar al aire un valor humano que es una utopía. Es algo posible; en Zimbabue se la está valorando en lo que se refiere a la extensión de esta enfermedad y de su avance.
Naturalmente esto puede provocar la sonrisa en los escépticos y en los “incontinentes sexuales”. Lo que desde luego debe provocar un enrojecimiento de vergüenza es darnos cuenta y entender que el hombre, la criatura capaz de decir no a los impulsos de la naturaleza, los sigue irracionalmente en demasiadas ocasiones.
Además, no es imposible seguir esta compulsión, ya que muchos son capaces de vivirla hasta el matrimonio, e incluso toda la vida. Lo verdaderamente vergonzoso, denigrante, es el “asalto” a adolescentes e incluso e incluso niñas de corta edad. No atribuyo esto a debilidades humanas, sino a la falta de reciedumbre al caer en estos actos vergonzosos.
Me refiero, al hacer estos comentarios, a Zimbabue. En este país, en 1997, había un 29% de personas infectadas de VIH; en 2007 la tasa se redujo al 16%. Parece poco, pero en estos países del sur de África este descenso es excepcional. Y la reducción se cifra en el aumento de la fidelidad matrimonial y la disminución de “parejas sexuales”.
Tristemente, muchas veces no es reconocida porque se habla de estrategias ABC, que menoscaban el valor de la abstinencia y de la fidelidad y parece más apropiado hablar del uso del condón.
Otras causas que se barajan es el aumento del nivel cultural y mayor número de casados. Aparentemente han comprendido que hay una estrecha relación entre conducta sexual arriesgada y sida. Su cambio de actitud responde a los mensajes que recomiendan la fidelidad.
Alfredo Hernández S.