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El Telégrafo

Reproducción solicitada: ¿Familias diversas?

28 de mayo de 2012

El Día de la Madre fue motivo de gran discusión en varios hogares, un reportaje sobre las denominadas “familias alternativas” que publicó ese mismo día un importante diario nacional, donde en grandes titulares, entre otros, se destacó lo siguiente: “Helen y Nicola libran batalla jurídica por la “verdadera paz”, “Pareja de lesbianas crió a un bebé que ahora tiene 14 años”, “Transexual acogió al hijo de su ex pareja y aún lo cuida”, “Una niña llama ‘papi’ al transexual que la concibió”, “Adolescente optó por vivir con su padre homosexual”. Titulares como estos causan mucho daño y confusión a jóvenes que no están bien formados, pues al leer su contenido, ellos pueden creer que es normal que los homosexuales y las lesbianas se casen entre sí, que formen una familia, o que adopten niños, lo cual es inconcebible y repugnante.

¿Y la moral a dónde queda? Destacar que dos extranjeras han iniciado una “batalla jurídica” para intentar inscribir a la hija de una de ellas, como hija de ambas, sin manifestar que ello es ilegal e inconstitucional, y que es contra natura, es criticable. En el mundo loco en que vivimos, tenemos que aceptar -a regañadientes- que los homosexuales hayan “salido del clóset” y que estos al igual que las lesbianas y transexuales se paseen cogidos de la mano por las calles de nuestras ciudades, lo cual es repugnante. Pero lo que jamás debemos aceptar, es que esta clase de desadaptados sociales críe a hijos.

Los medios de comunicación deben destacar que es anormal que homosexuales se casen entre sí y que lesbianas hagan lo propio. El Reverendo Padre Paulino Toral, con R y P mayúscula, director de la Fundación Casa de la Vida (Iglesia Santa Teresita) del cantón Samborondón, provincia del Guayas, con justa razón califica a la homosexualidad como un estado síquico anormal. Sólo cabe el matrimonio entre un hombre y una mujer. Es inaceptable que parejas del mismo sexo y/o transexuales puedan adoptar y/o criar a un niño o a una niña, y no cabe que Constitución ni ley alguna conceda derechos para ello, a parejas que no sean formadas por un varón y una mujer.

Es aberrante que algunos medios de comunicación colectiva, sin “querer queriendo”, exalten el homosexualismo y el lesbianismo, lo cual debe ser rechazado por la sociedad. El matrimonio, como lo establece nuestra Constitución, es la unión entre un hombre y una mujer y no entre personas del mismo sexo, como se ha aprobado en otros países. Ni siquiera la unión de hecho, cual es la unión estable y monogámica entre dos personas, libres de vínculo matrimonial, podría aceptarse que sea formada entre personas del mismo sexo, ya que de acuerdo a la naturaleza humana y a la moral, esto es inconcebible. No caben familias alternativas. Los legisladores deberían rever esta situación en la Constitución mediante una consulta popular.

Editorial publicado en El Comercio/23 de mayo

 

Comentario

Varios lectores de El Telégrafo nos solicitaron publicar el artículo de Miguel Macías que causó un revuelo en las redes sociales y una reacción frontal de varias personalidades y organizaciones defensoras de los derechos de género. Las razones para los pedidos pasaron desde evidenciar un delito de odio, colocar en un diario público lo que El Comercio sacó de su página web, hasta visibilizar lo que ocurre en la prensa ecuatoriana cuando “se manejan temas sensibles con la más absoluta irresponsabilidad”, como dice Hugo Riofrío. De igual modo, Natalia Sánchez nos recomienda dejar sentada la publicación como “una afrenta para quienes reniegan de la existencia de una ley de comunicación y en la práctica siembran de odio a quienes no son como ellos”.

Nuestra posición como diario quedó sentada ayer en nuestro editorial principal: “La homofobia es una enfermedad, la homosexualidad no”. Y bajo el principio constitucional de que no se puede ofender a otra persona, menos discriminarla y mucho peor calificarla por sus opciones sexuales, hemos acogido el pedido de publicar bajo la consideración de que el artículo sienta un precedente público de lo que NO se debe hacer en un medio responsable. Y con este y otros ejemplos, patéticos y singulares, convenimos en expresar nuestro apoyo a la urgente aprobación de una Ley de Comunicación para el bien del Ecuador.

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