En la ciudad de Guayaquil- a sus 98 años- falleció este 26 de febrero el ilustre ciudadano orense doctor Nicolás Castro Benites, un auténtico maestro formador de jurisconsultos en la Universidad de Guayaquil.

Descolló en la política como un demócrata intachable y entregó todos sus esfuerzos a los gremios productivos de la provincia de El Oro. Abrazó el sacerdocio del periodismo, de joven como reportero de diario El Universo de Guayaquil y más tarde como fundador del diario Nacional, del que fue su presidente hasta su deceso.

Fue legislador de la república en varias oportunidades, en representación de El Oro y Guayas en calidad de diputado. Fue senador y presidió el Congreso Nacional, integró la Asamblea Nacional Constituyente de 1997, trabajo que lo catapultó a su candidatura a la Vicepresidencia de la República en binomio con Galo Plaza Lasso, en 1960.

Vivió su vida con pasión entregando sus desvelos al imperio de la justicia, empezando con el robustecimiento de la agremiación de los hombres de Derecho.

Fue uno de los fundadores del Colegio de Abogados del Guayas, del que posteriormente fue su presidente, en 1973, siendo su vicepresidente el abogado Jaime Roldós Aguilera, quien llegó a la Presidencia de la República al volver el país a la democracia tras la última dictadura militar.

Así mismo fue fundador y presidente de la Confederación de Abogados de los Países Andinos y se lo designó miembro honorario de las organizaciones de abogados de la mayor parte de los países latinoamericanos y de la Unión Iberoamericana de Abogados (UIBA), con sede en Madrid, España.

No solo proporcionó conocimientos a sus alumnos de la Facultad de Jurisprudencia de la Universidad de Guayaquil. Como demócrata, enfrentó en las calles a los gobiernos de facto y bregó junto al pueblo por el imperio de la ley y la justicia social. Esto le valió carcelazos y un largo destierro en Paraguay.

Fue fundador y presidente de la Asociación Nacional de Bananeros del Ecuador (ANBE), actividad productiva a la que dedicó gran parte de su vida.

A lo largo de su vida por su proficua labor recibió reconocimientos y condecoraciones. Los presidentes constitucionales Jaime Roldós Aguilera y Gustavo Noboa Bejarano lo condecoraron con la Orden Nacional Al Mérito en el grado de Comendador y de Gran Oficial, respectivamente.

El presidente de Venezuela en funciones Rafael Caldera le concedió la condecoración Orden Francisco de Miranda de Primera Clase, con la que se premia a “quienes siendo o no venezolanos lo merecen por sus servicios a la ciencia, al progreso del país o por sus méritos sobresalientes”.

En 2002, en la Casona Universitaria, las funciones Legislativa, Judicial y Ejecutiva y otras instituciones del Estado y del sector privado le tributaron un homenaje público, por haber cumplido 55 años de ejercicio profesional.

En 1981, el Ministerio de Justicia del Reino de España lo condecoró con la Cruz de Honor de la Orden de San Raimundo de Peñafort, en reconocimiento a su larga trayectoria de jurista en el ámbito global.

Fue un amantísimo padre y esposo ejemplar. Estuvo casado con doña Maruja Patiño Ortega, fallecida en el 2018, con quien procreó a los doctores Nicolás e Iván, Econ. Jorge, ing. Carlos, Ab. María del Carmen y agrónomo Alfredo Castro Patiño.

Fue sepultado en el cementerio Parque de la Paz, de Samborondón en medio de la consternación de familiares y amigos.

La inexorable partida de este prohombre de la Patria deja un vacío difícil de llenar, aunque su trayectoria sirva de ejemplo a las generaciones futuras. (O)

Jaime Enrique Albán, Federación Nacional de Periodistas
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