Un extraño comportamiento social se evidencia no solo en suelo patrio sino en otros rincones del mundo. Expresidentes acusados de serios y graves problemas de corrupción mantienen unas altas cifras de personas que votarían por ellos.
Al parecer impera el pensamiento de: ¡No importa si roba, mientras haga obras!, como si el robar fuese una parte de la naturaleza del ser humano. No se dan cuenta de que robar es un atentado en contra del octavo mandamiento de la ley de Dios y que, además, se va en contra del derecho del prójimo de recibir los beneficios que esos dineros produzcan.
Entristece sobremanera saber que todos somos vistos como ladrones en potencia y que no hay ninguna persona honrada.
¿Será que ha muerto la honradez en el mundo? Si fuese así: Paz en su tumba. (O)
Gustavo Vela Ycaza