La historia política del Ecuador se ha movido entre la ideología y el liderazgo; aquella es consustancial con el ser y forma parte de su existencia, y ésta es predisposición innata particular de quien se erige en caudillo para hacer tangible la ideología, y del éxito de esa empresa que es compartida por una colectividad se convierte en el líder que la comunidad sigue y respeta.
Desdichadamente en nuestro país, como efecto de un proceso histórico, geográfico, cultural, social, religioso, racial, la inequidad y el predominio de castas en lo financiero y educativo hicieron de la conciencia mágica e ingenua de la mayoría poblacional sus verdaderos soportes para, con la concupiscencia de falsos líderes, detener el poder político y económico y lucrarse de la tragedia de los más desposeídos.
El buen líder es importante y necesario y dura el instante de su protagonismo, es transitorio aunque puede ser trascendente o no, la ideología es perdurable, los envuelve a todos y es inconmovible no solo por su intangibilidad-sensibilidad que equipara a la fe, porque no es dependiente en la obsecuencia de un caudillo inexorablemente mortal y falible sino porque la convicción de su filosofía humanista y capacidad es patrimonio de todos y eso legitima la reserva idónea para continuar la posta en la conducción de un Estado.
Las ideologías fueron -son- las "marcas" de fábrica con las que se constituyeron los partidos políticos en una atomización en cadena producto de la disidencia o de intereses individuales o de grupos con el justificativo -sincero o demagógico- de servir a la sociedad, a la patria; y con ese lema muchos traicionaron los legítimos anhelos de un pueblo que creyó en ellos y luego los desenmascaró por sus evidentes engaños, y a quienes les pasó factura en las urnas, creyendo más que en las agrupaciones políticas en las propuestas de nuevos personajes -como el actual líder del movimiento Alianza PAIS, Rafael Correa, Presidente Constitucional del Ecuador- desechando a los tradicionales y viejos dirigentes de la llamada partidocracia.
El buen liderazgo hace trascender la ideología si ésta es teoría y práctica en la acción, y es la respuesta no solo a las necesidades básicas más sentidas de la colectividad sino que descubre un horizonte en la capacidad individual dentro del contexto social que proyecta el progreso y desarrollo de los pueblos, como lo evidencia el vigente mandatario ecuatoriano.
Al ciudadano le toca escoger entre la persistencia obcecada de una arcaica y negativa práctica política obsesionada por recuperar sus privilegios de grupos, o reiterar la confianza a quien ha mostrado con obras y personalidad que el Ecuador es digno y soberano.
Atentamente,
Lic. Lenin Manuel Moreira Moreira
CI 0900660200