En la actualidad el deterioro ambiental es evidente, pues el continuo uso de combustibles fósiles como fuente principal para generar energía, sumado a diferentes actividades, industriales principalmente, ha provocado fenómenos bastante acusados como el calentamiento global, con un alto costo social y económico, pues una serie de circunstancias otrora ajenas a nuestra realidad, se presentan como la imprecisión en el diagnóstico del tiempo –invierno-, que ha ocasionado en nuestro país pérdidas importantes en el sector productivo y daños en la infraestructura física.
Ni qué hablar en otros países en donde las interminables olas de calor han provocado incendios en grandes zonas forestales y han segado un sinnúmero de vidas humanas. De ahí la necesidad del cambio de matriz energética a nivel global, considerando además que las reservas de petróleo han llegado a su cenit -curva de Hubbert-.
Ya en la antigüedad se usó la fuerza de los vientos y el agua para generar movimiento -molinos- y hacer posible una serie de actividades productivas, lo que hoy se vuelve una necesidad a fin de precautelar el medio natural y permitir la subsistencia humana. Ecuador, un país de contrastes naturales por doquier, y con condiciones geográficas que hacen posible la implementación de energías limpias en zonas fácilmente identificables, como el perfil costanero, en donde las olas llegan a tener hasta 6m de altura -Montañita-, permitiendo a partir de su movimiento generar electricidad.
El uso de la energía fotovoltaica también es aplicable a nuestra realidad, pues el hecho de contar con un clima seco tropical gran parte del año permite aprovechar los rayos solares y a través de paneles y células fotovoltaicos generar energía eléctrica.
Esperemos que en corto tiempo este tipo de proyectos sean una realidad que contribuya positivamente al desarrollo sustentable y sostenible de nuestro país.
Tito Javier Espinosa Vélez