Los resultados de las encuestas mortifican a toda la oposición y su frustración se torna agresiva. Ciertos analistas, radiodifusores y presentadores de TV sufren al difundir datos. En vano intento por amortiguar el impacto noticioso, afirman lo inaudito: “las encuestas no sirven”. Que el candidato de su preferencia no asome como ganador, no significa que la técnica de investigación denominada encuesta esté de más en el laboratorio político.
No deja de ser una ofensa a una herramienta técnico-científica que auxilia a varias disciplinas: economía, ciencias de la salud, ciencias sociales, etc. Esta conducta reaccionaria de la derecha ecuatoriana y de ciertas tendencias que levemente se visibilizan no es normal. Sí, no es normal, porque cierran los ojos a la realidad observada y medida estadísticamente. La oposición al régimen que incluye a dos vertientes de derecha, así como a la autodenominada izquierda o centro, padecen de arrogancia, siempre se creyeron ser los únicos elegidos para gobernar y no se diga para encabezar una encuesta.
Las encuestadoras que indagan la simpatía ciudadana sobre su intención de voto a los 8 candidatos a presidente para las elecciones del próximo 19 de febrero, desde octubre de 2016, reportan una tendencia estadística inequívoca, confirmada por Cedatos en este mes; da el primer lugar al candidato afín al régimen con un 34,3%; resultado que la oposición no logra asimilar bajo el pretexto de invalidez de la técnica o de quienes la aplicaron.
La misma fuente y en similar fecha ubica en el segundo lugar a la derecha bancaria con el 22,9% y el tercero a la derecha oligárquica costeña con 11,4%, pero aquí hacen problema quienes no aceptan el tercer lugar. Así surgen las controversias dentro de la derecha y entre empresas encuestadoras. Se acusan y hablan de encuestas a la carta, o mejor dicho, que son pagadas. Afirmaciones que desnudan el tipo de negocios y acuerdos entre quienes financian y brindan este servicio. Casos y hechos del pasado y presente político revelados cuando los compadres se enojan. Entre ellos se pelea el distante segundo lugar. Evento frecuente cuando la encuesta es un instrumento momentáneo de campaña.
Esta respuesta ciudadana enloquece a la oposición, porque saben que, de continuar esta tendencia, quedaría descartada la segunda vuelta. Porque el primer candidato tiene una ventaja en votos superior al 10%. Ahora solo les queda lograr mayoría en la Asamblea Nacional.
Ante el imparable respaldo del electorado, la oposición incorpora el tema de la corrupción relacionada con Petroecuador y Odebrecht como parte de su campaña sucia. Era de esperarse. Se ha visto a lo largo de los procesos electorales en esta década, cuando no están seguros del triunfo o se han visto perdidos, no dudan en violar leyes, normas éticas, morales, hasta utilizan la religión y manipulan religiosos. Con todo su despliegue informativo nacional e internacional esperan virar los resultados a su favor.
Por ello, ciertos medios de comunicación, nada éticos, anuncian públicamente la inconveniencia de difundir los resultados de estas y próximas encuestas, porque hacerlo significa ponerles en desventaja a los candidatos que vienen retrasados. Dicen que sería una competencia desleal porque se promocionaría o favorecería al candidato que las encabeza. Solitos se desnudan y se presentan como actores políticos y desinformadores que son. Bajo este mismo criterio, no son noticias las nuevas obras que día a día sigue inaugurando el Gobierno. (O)
Rodrigo Proaño C.