Llama la atención que una de las candidaturas convoque a votar a las mujeres, invocando la condición de género de su postulante; no me parece adecuada argumentación. Por ejemplo, yo soy pequeño, no se vería bien que pida el voto a mis similares. O que los candidatos hombres invocarían igual adhesión de identidades.
Considero que el tema de género, para el caso del país y de muchas latitudes del mundo, es un tema muy importante y sensible que merece mayor reflexión. Podemos abordarlo desde varios enfoques: la diferenciación biológica; esa que la naturaleza nos predetermina, esa que hace que las mujeres sean madres. Si alguna madre fuera candidata, seguro que sus hijos votarían por ella; los no hijos indudable que quisieran saber algo más para decidirse; la diferenciación cultural, esa que cada sociedad va construyéndola como una convención, esa que lamentablemente creó el machismo, ese mal endémico que ha fijado roles de explotación para muchas mujeres, aprovechamiento intrafamiliar que permite que las mujeres asuman más tareas que los hombres en el hogar, que consienten el abuso físico, psicológico y económico; esa lacra que hay que desterrar.
La diferenciación social; esa que consagra o no la explotación e inequidad entre segmentos o clases de una sociedad. Esa que permite que las mujeres u hombres abusen de la mujer trabajadora; esa que pretende una regresión de los justos derechos laborales logrados; esa que podemos constatar cuando la patrona explota y humilla a un séquito de servidumbre encargada del cuidado de los cachorros de la leona, para que desde pequeños aprendan a maltratar. Antes de decidir hay que preguntarse qué postura ideológica y qué condición y antecedente tiene cualquier candidato sobre temas de políticas públicas para poder resolver. El género -pienso- por sí solo no es argumento válido o suficiente. (O)
Reinaldo Torres Jaramillo