Podemos observar cómo determinados candidatos inscritos para el proceso electoral de marzo de este año sienten la necesidad de hacer notar su presencia hablando cualquier disparate, hasta se inventan ideologías para llamar la atención de la gente. Claro que hay excepciones, entre los 278 movimientos políticos y 80.281 postulantes, hay quienes dicen conocer y saber de todo, además de ser capaces de ejecutar diferentes planes, programas y proyectos a la vez perfectamente administrados y financiados.
La política ecuatoriana está saturada de personajes especializados en todología, con un ego expandido y confuso, opinan y discuten sobre temas que desconocen; surge una audacia sin límites, herencia de un pasado populista concentrador y autoritario, donde muy pocos fueron capaces de reaccionar o sucumbieron ante el abuso del poder. La retórica superficial e incomprensible de algunos candidatos y sus tiendas políticas ensombrece el panorama político ecuatoriano.
Los todólogos no tienen ideas ni puntos de vista razonables en su campaña política financiada parcialmente con fondos públicos, suelen repetir con frecuencia estribillos que revelan su falta de preparación y madurez: en tanto en cuanto, la larga noche neoliberal, los poderes fácticos, el poder del imperio, la banca corrupta, somos eficientes y solidarios, no hay pruebas, me comprometo, el pueblo nos pide, dejamos huella, no se preocupen ¡investigaremos!, ¡ningún problema! Términos vacíos que repiten sin ningún rubor.
El poder de las palabras en política construye el discurso de la multitud, bastará con enunciar términos bien elegidos o las cosas más odiosas para volverlas aceptables a las masas. Captar votos a como dé lugar y terminar fraccionando aún más al país parece ser la estrategia. (O)
Dr. Rodrigo Contero Peñafiel