La producción científica es tarea que requiere segmentos coherentes de tiempo. Además exige esfuerzo intelectual y un estado de creatividad que solo es posible cuando hay espacio temporal disponible. Las universidades, especialmente aquellas cuya creación y existencia supone generar desarrollo científico y tecnológico, se enfrentan al desafío estratégico de establecer un equilibrio entre las tres actividades de un profesor universitario: investigación, docencia y servicios.
La relación entre estas tres actividades está limitada por el tiempo y capacidad humana para la creatividad. Un número mayor de horas de docencia es, inevitablemente, un número menor de horas de investigación y desarrollo. Un profesor con 12 o más horas de docencia a la semana no tiene expectativas de desarrollar investigación y servicios. Al contrario, 6 horas o menos de docencia a la semana es lo que se espera en una universidad dedicada a la investigación científica y desarrollo tecnológico.
Ecuador sufre hoy las consecuencias económicas de al menos 60 años de atraso tecnológico y, conforme pasan los meses, esta onerosa brecha se incrementa. No existe
producción posible sin inversión y esta última es la disponibilidad de tiempo asignado a un profesor para investigación. Superar la pobreza requiere inversión en aquellos aspectos que son estratégicamente necesarios, como el tiempo de investigación; pero sobre todo, no repetir los errores del pasado y reconocer que ser cuna de patentes,
emprendimientos y tecnologías solo es posible en universidades y no en colegios grandes. (O)
Pablo Santiago Jarrín Valladares